jueves, 29 de octubre de 2009

148. mateando el tiempo

¿Y cómo es?
Esta es la pregunta que se venía repitiendo en forma de eco interminable desde que la barra se enteró que mi prima Verónica había llegado a la ciudad de la furia.
Ya pasaron un par de días y se hizo costumbre los mates nocturnos mientras charlamos un poco de todo y de todo un poco.
Es muy divertida, canchera, en algunos aspectos media inocentona, pero sobre todo, y se le nota a la legua, muy buena piba.
Pero claro, acá estaban mis amigos esperando que la describiera físicamente, aprovechando que ella no estaba (había ido a visitar a Ana).
Y entonces, como era de esperarse, el que tomó la palabra fue Pablo, que se la había cruzado y tenía la data que los demás esperaban escuchar.
—Amigos, si no fuera el novio de la hermana de Gastón, quizás igual entrara en su familia, porque Verónica es muy linda.
—¿Cuántos años tiene? —preguntó Sergio.
—Treinta y dos… creo.
—¿Y hasta cuándo se queda? —preguntó Cris.
—Tiene que dar unas materias en la facultad. Esta semana le decían bien las fechas, las rinde, y se va.
—¿Dónde duerme? —preguntó Sebas.
—En la cama que hay debajo del sillón.
—Che, ¿Y Nadia qué dijo? —preguntó Pablo
—¿Sobre qué?
—Sobre la presencia de Verónica…
—Nada, ¿qué va a decir? Es mi prima...


A la tardecita, y una vez que los chicos se fueron, vino Nadia.
—¿Qué me querías decir? —preguntó todavía algo ofendida.
—Antes que nada te pido que me disculpes por lo del otro día. No sé qué me pasó. Me agarraste en un momento extraño.
—Está bien, amor. Igual te quiero.
—Sip, yo también, pero lo que te quería decir es que…
No terminé la frase porque el instinto de mujer la llevó a descubrir unos aritos apoyados sobre la mesa ratona.
—¿Y esto? —quiso saber exigiendo una respuesta inmediata.
—Bueno, justamente sobre eso te quería contar…
Y mi frase fue nuevamente interrumpida pero esta vez por la puerta que se abrió para permitirle la entrada a Verónica que saludó a Nadia con un beso y enseguida se dirigió a mí despreocupadamente para decirme:
—Quiero que esta noche me termines lo de ayer —dijo yéndose a la cocina a calentar la pava para unos mates.
Nadia me miró con ojos fulminantes y el portazo de su partida todavía creo escucharlo.
—¿Qué pasó? —quiso saber Vero al escuchar el golpe de la puerta.
—Se fue Nadia.
—¿Quién es Nadia?
—Alguien que no sabe que sos mi prima —dije mientras me sentaba y me disponía a terminar la anécdota que había quedado inconclusa, y aceptaba el primero de los mates nocturnos.

miércoles, 21 de octubre de 2009

147. llegando llegaste

Hoy me desocupé algo temprano, por lo que aproveché para pagar algunas cuentas y comprar un par de cosas que necesitaba.
Cuando estaba haciendo el camino de regreso, pasé por la puerta de una farmacia y dudé un instante en entrar a comprar un test de embarazo, pero la lluvia me empujó a seguir para casa.

Ya en el depto y a punto de matear un poco, aparece Nadia con claras intenciones de querer disfrutar de la lluvia ciudadana de manera sexualmente salvaje.
—¿Jugamos a algo? —me preguntó Nadia clavándome esa mirada que hace derretir a las piedras.
—¿A qué? —pregunté yo con mi extraña inocencia que algunas veces se hace presente.
—Bueno… Había pensado que quizás yo podría hacer de chica virgen y vos de sexópata degenerado.
—Ok, entiendo que me toca un papel para interpretar que va con mi personalidad, pero ¿por qué lo de la virginidad tuya?
—No sé… Para aprovechar que llegó Andrés.
—¿Qué Andrés?
—El que viene una vez al mes-
Debe ser el verso que inspiró a Arjona para su conocida canción menstrual, pero que en mi caso el efecto que causó fue el contrario, por lo que de manera amable y directa, le pedí a Nadia que me dejara solo y vuelva en cinco días.

No fue fácil su retirada y hasta la lluvia se había marchado antes que ella. Sin embargo, una vez que quedé solo en el depto (una vez más), sonó el timbre del portero eléctrico. Supuse que era Nadia que se había olvidado de algo.
—¿Qué pasó?
—Soy Verónica.
—¿Nadia?
—No, Verónica, tu prima.
—Ana, ¿sos vos?
—¡¡¡SOY TU PRIMA VERÓNICA!!!
—¿De verdad?
—Si me ayudás con los bolsos te vas a dar cuenta.

Sí, era ella y ahí estaba, algo confundida pero con una gran sonrisa y una enorme cantidad de bolsos.

Al entrar finalmente al depto y mientras le convidaba con unos mates, le pedí disculpas por el malentendido en el portero eléctrico sobre su identidad.
—Es que en realidad te esperaba la semana pasada.
—Era la idea, pero no podía venirme antes del día de la mad… ¿Vos dijiste que me estabas esperando? ¡Ay, qué lindo! —dijo y me cubrió en un abrazo muy dulce.

Y de pronto sentí como si…
No, no sentí nada…
Absolutamente nada…

domingo, 18 de octubre de 2009

146. family game

Ya es de público conocimiento que el seleccionado argentino va al Mundial del año que viene, que Maradona invitó a varios periodistas a una orgía oral, y demás escritos, comentarios, estudios literarios, y otras diversidades de incontinencias verbales de los últimos días.
Pero antes de todos estos hechos, el portero eléctrico avisaba de la presencia de mi “esperada” prima Verónica en la entrada del edificio.
Pablo bajó a abrirle la puerta y en el depto quedamos los hombres con cierta tensión en el estómago ante la visita anunciada e inesperada.
Al rato se escucha las puertas del ascensor y las risas de Pablo al entrar con… ¡mi sobrina Tami y mi hermana Ana!
—¿Y Verónica? —pregunté sorprendido representando a los demás presentes.
—Tonto, ¿en verdad no me reconociste? —repreguntó Ana comenzando a reír junto a su Pablo.
—Evidentemente es contagioso el humor —explicó Cris compartiendo la broma.
—Lo que va a ser contagioso es la patada en el culo a los dos —dije enojado.
—Tío, no digas esa palabra —me retó Tami, y haciendo que su presencia traiga paz al encuentro.
Por suerte el partido terminó con el ajustado triunfo de Argentina y la bravuconada maradoniana que nos hizo hacer bromas al respecto una vez que Pablo y Ana se fueron junto a Tami.



—Che, qué raro que tu prima no haya venido. ¿No iba a aparecer después del finde largo? —curioseó Sebas.
—Seguramente espere a que pase el Día de la Madre y aparezca esta semana —dije sin darle mucha importancia.
—¿Y Nadia? —preguntó ahora Pablo
—Está con su mamá en su día.
—¿Y por qué no fuiste?
(no hacía falta que contestara esa pregunta, ¿no?)

Hoy llamé a mi vieja y me llenó el celular de lágrimas.
Es de emocionarse fácil y como le sube la presión enseguida, le quité importancia al día hablando de lo comercial de la jornada.
—Bueno, muy comercial con vos no es ya que no recibí ningún regalo —me reprochó mi vieja.
(madre hay una sola… y justo me vino a tocar a mí, jejeje)

Por la tarde compré un portarretrato y se lo regalé a Ana con una foto que le saqué el día del partido con Tami.
Como hermana deja bastante que desear (aunque la quiero demasiado) pero como mamá…
(pucha, no encuentro la palabra exacta que defina lo tremendamente excepcional que es)

Volví a casa y mientras escuchaba el último disco de Fabiana Cantilo, apareció Nadia. Y con una sonrisa naturalmente exagerada haciendo juego con una alegría sorprendente me dijo:
—Tengo un atraso… ¿Mirá si soy mamá?
(por suerte se había puesto un poco fresca la noche y la puerta del balcón estaba cerrada)



Les deseo un feliz día a todas las mamis de cuerpo y alma, y a las de corazón cargados de latidos

miércoles, 14 de octubre de 2009

145. la previa

Aprovechando que algunas coordenadas planetarias nos permiten, por distintos motivos, estar libres de laburo, nos juntamos en casa para una picada informal y disfrutar-padecer del partido de esta noche contra Argentina.
La barra masculina a pleno, y haciendo tiempo nos vamos poniendo al día sobre distintos temas…

—¿Y? ¿Alguna minita en el viaje “de placer”? —pregunta Sebas mientras cortaba el pan para el salamín.
—No, no fui para eso —contesté mientras cortaba el salamín para el pan.
—Es obvio, ¿o no se acuerdan que está con Nadia? —acotó Cris con su acento oportuno.
—Sí, pero también parece que está con su familia —dijo Pablo comenzando a divertirse a costa mía.
—Che, ¿y qué tiene eso de malo? —preguntó Sergio devuelto a la realidad después de largo tiempo sin estar (y sin saber muy bien por qué).
—No tiene nada de malo, y por eso yo soy feliz con mi querida Ana.
—¿Vos conocés a mi vieja? —le pregunté, algo desconcertado, a Pablo.
—No, pero te conozco a vos que sos un loco sexópata, y ya con eso me alcanzó para entrar en la familia, jajajaja.
(últimamente tengo la certera impresión de que Pablo se olvida por completo de que Ana es mi hermana)

—No creo que Argentina hoy gane.
Todos miramos con cierto odio a Sebas después de su frase desafortunada.
—¿Cómo podés decir eso?
—Es obvio… No hay ningún jugador de Huracán.
—Entonces vamos a ganar porque hay de Vélez —dijo Cris sacando a relucir ser hincha del último campeón local.
—Igual, hoy todos por Argentina, eh? —propuso Sergio levantando su vaso y haciendo que todos brindemos con ganas y cierto cosquilleo en el estómago.

Estábamos disfrutando de estar juntos en un día futbolero tan especial como el de hoy, y por otra parte, con unos nervios tremendos, a causa del día futbolero tan especial como el de hoy.

Ya falta poco más de media hora para el partido.
Miramos las noticias previas al encuentro.
—¿Para qué hora pediste las pizzas? Ya veo que viene cuando comienza el partido —se quejó con fastidio Cris.
—Ya debe estar por venir… Me dijeron que a las…
Mi frase fue interrumpida por los tres timbres que sonaron del portero eléctrico.
—Ahí llegaron. Por quejoso tendrías que bajar vos a recibirlas —le dije mientras atendía el llamado— ¿Quién es?
—Verónica —contestaron del otro lado.
—¿Verónica? ¿Qué Verónica?
—Verónica… Tu prima Verónica

sábado, 10 de octubre de 2009

144. la recta final

Son las cuatro de la mañana y no sé la causa de este insomnio.
Sobre todo teniendo en cuenta que a las cinco comenzaré a manejar como cada día, salvo que en esta ocasión en una dirección mucho más placentera.

Resulta que gracias al feriado (un feriado más en el que la fecha indica que no hay nada que festejar) de alguna u otra manera, todos van a tener un día más de descanso.
Sin embargo, la semana esta resultó excesiva y exageradamente larga, y los motivos son los siguientes:
Después del finde pasado con la “adorable” familia de Nadia, no tuve mejor idea que preguntarme cómo la había pasado. Y yo no tuve mejor idea que responderle con sinceridad. Ella dijo que no era para tanto, y yo le conteste que no era para menos.
—¿Y para qué fuiste?
—Porque te quise acompañar. Además vos me invitaste.
—Vos le dijiste a mi papá que eras mi novio.
—Menos mal. Mirá si le decía “Hola, soy Gastón, el que garcha con su hija”, en lugar de pedirme el carbón, me tiraba al carbón.
—¡Sos un exagerado! Con mis hermanas no tuviste ningún problema.
—Es verdad, no los tuve porque me ignoraron por completo.
—¿Y con mis cuñados?
—Cuando vieron mi viejo celular, perdí señal con ellos.
—¿Y mi mamá? Ella te trató bien.
—Sí, pero creo que fue porque le recordaba a tu ex. Por eso se pasó todo el día llamándome Germán.
—Ok. Nadie te trató bien y la pasaste para el culo.
—No, con tu perro Simba me divertí bastante. Claro que más de diez minutos tirando el palito ya es demasiado.
—¡Sos malo!
—No lo creo. Igual yo quiero estar con vos, no con todos ellos.
La discusión siguió. Por suerte en algún momento vino la reconciliación y los carbones seguían encendidos…

Después hubo problemas con Luís.
Quizás por el tumor que sigue ahí, quizás porque de alguna manera hay una sensación de vida más corta (aunque nadie sabe cuándo viene la señorita Parca a darte su beso), quizás porque se enojó con el mundo, quizás por un montón de etc.
El tema es que me hablaba con un tono que no es el indicado. Hubo un par de discusiones y palabras subidas de tono. Y algunos viajes en silencio tenso y con el culo en la cara.
A esto se le sumo la complicación del tránsito con sus cortes, piquetes, bocinas, autos desbordados, conductores suicidas, ceños fruncidos, y todo el colorido infernal de la ciudad nuestra de cada día.

A los chicos/as casi que no los vi, salvo a Sebas que cruzamos dos palabras en el ascensor y medio a las apuradas.

Y creo que octubre, con su fin de año ya por llegar, me puede encontrar un poco cansado por el ritmo del año, por lo que tomé la sana decisión de irme para el lado de mis viejos. A exactos 300 km de donde estoy. A disfrutar del aire puro, de un poco de naturaleza viva y vida al natural. A cargar las pilas para terminar bien lo que resta de este loco 2009.

Lo extraño es que ya pasaron unos minutos de las cuatro de la mañana y quiero a las cinco salir con el rumbo indicado.
Todavía me falta tirar algo dentro del bolso, elegir la música para el viaje, dejar el celular guardado en un cajón, y listo.

Me voy… pero para volver.
Sobre todo teniendo en cuenta que la semana que viene llega mi prima Vero.
(tengo la sensación de que va a ser mejor que aproveche estos días para descansar…)

lunes, 5 de octubre de 2009

143. mi familia es un dibujo

Con Nadia anda todo más que bien. En la semana salimos a dar una vuelta por la ciudad y generalmente se queda en casa a dormir.
(bue, dormir es una forma de decir)
Puedo asegurar que nos sentimos cómodos y a gusto estando juntos. Me encanta hacerla reír, y que podamos disfrutar de cosas tan simples de la vida cotidiana. Y creo que eso fue lo que la llevó a hacerme la propuesta indecente el sábado después de mirar una película por la mitad.
—Gastón, mañana domingo quiero que vengas a la quinta que tengo en Ezeiza.
—Buenísimo. Sí, claro que voy. No sabía que tenías una quinta allá.
—Sí, casi siempre voy para allá con mi familia.
—Ah… —exclamé presintiendo algo extraño—, ¿y mañana no van ellos?
—Sí, claro que van, por eso es que me va a encantar que mañana te conozcan y vos a ellos.

Nadia es inteligente, y lo demostró sabiendo (o imaginando) que si me decía de ir a pasar el domingo junto a su familia, una buena excusa le iba a dar como respuesta, pero armó todo como para que yo aceptara y después me enterase del programa familiar.


Domingo de sol. Me desperté sin varicela. No había piquetes. Y tampoco me habían secuestrado seres extraterrestres. Cargamos unas pocas cosas en el auto y salimos con la dirección imprecisa.
La autopista logró que lleguemos al lugar mucho antes de lo que yo quería. Pero bue, ya estaba ahí y había que pasarla lo mejor posible.
Me sorprendió al llegar ver varias chicas.
—Son mis hermanas.
Si de algo no tenía ganas era de una gran mesa familiar, y ahí estaban sus cuatro hermanas, sus tres cuñados, sus cuatro sobrinos, sus padres. Y un perro enorme que no dejaba de ladrarme y después de meter su nariz entre mis bolas.
—Vos debés ser Gastón, ¿no? —me dijo su señora madre mientras me miraba y saludaba con demasiado cariño.
Sus hermanas me saludaron con escaso cariño, y sus respectivos maridos-novios, con un apretón de manos demasiado fuerte para mis huesos.
El papá estaba junto a la parrilla. Me acerqué tímidamente a él y al verme dijo:
—Alcanzame más carbón.
Le di la bolsa y él se encargó de esparcirlo sobre el fuego que se alzaba con sus llamas ardorosas.
—Ejem… Hola, soy Gastón… el novio de Nadia.
—Ah, hola…
Menos mal que hacía calor porque la frialdad de su mirada hubiese competido con la de un esquimal.

Tímidamente saqué el celular y miré la hora… Recién habían pasado doce minutos de las once de la mañana.
—Y hasta las dos o tres de la tarde no comemos —me advirtió Nadia—. Por lo que te pido que te relajes y pases este primer momento de conocimiento mutuo entre mi familia y vos.
—¿Tengo que dar algún examen?
—No tontis, solamente quiero que te conozcan. Soy yo la que elige con quien quiero estar… pero no deja de ser importante que ellos también te conozcan.
—Te hubiese dado alguna foto...
Mientras hablábamos, nos fuimos acercando donde sus hermanas tomaban sol y sus parejas... no.
Ellas parecían vivir en otro mundo, y ellos… no se quedaban muy cerca.
Cada uno conectado con sus celulares-notebooks-lapcop y demás antenas satelitales, no se percataron de mi existencia.

Fui a dar una vuelta por el enorme lugar y me encontré nuevamente con el perro que, esta vez, ni me ladraba ni me olfateaba, simplemente me invitaba a jugar arrojándole una pelota que traía entre su babosa boca.
Mientras lanzaba su redondo juguete y él lo traía a mis manos, sentí que por fin estaba con alguien más humano, por más peludo y ladrador que fuera.