miércoles, 26 de mayo de 2010

179. revoluciones interiores

No es que me haya escapado, simplemente me alejé los centímetros (metros, kilómetros) necesarios para saber por dónde estoy volando.
Ni cuando tuve que hacerme pasar por casado con Sandra imaginé esta realidad que me supera. Sobre todo teniendo en cuenta que me mudé sin quedarme callado para navegar un poco por aguas tranquilas.
Pero ahora aparece Carolina y cuando creo que todo se va armando como un tetris, resulta que es la hija de la esposa de mi primo y mi torre de colores me aplasta contra el techo.

Aprovechando ciertos desperfectos tecladistas y sabiendo de mi alergia a los cibers, dejé mi terapia cibernética por un tiempo, aunque sigo estando tan a destiempo. Por suerte un pasaje exacto me depositó nuevamente en mi Buenos Aires para celebrar sus 200 revolucionarios años.
Cena con amigos, juegos con mi sobrina Tami, y paseos históricos junto a unas dos millones de personas con las que acerté a elegir el lugar del paseo cumpleañero.

En el medio de un par de noches de desvelo y demasiadas risas, se encontraba la invitación unitaria para ir a ver la versión teatral de “El anatomista”, pero además de estar demasiado acompañado, fui un padrino mágico de MJ y JM que andaban caminando por un sendero de crisis y los acompañé con los oídos abiertos, los zapatos gastados, y la risa en el bolsillo como la mejor arma de estos tiempos.
Como ya se sabe, el tiempo lo dirá, pero la ansiedad pide que hable ya…

Y como el combo patriótico cada un siglo llega con todo, recordé el cumpleaños de Lola en la misma noche de fuegos artificiales.
¿Quién es Lola?
Es una muy buena pregunta pero la respuesta puede resultar mucho más interesante, por lo que voy a dejarla para la próxima estación.

Mientras tanto fui recibiendo mensajes de Caro preguntándome por dónde andaba, a los que respondí con la certeza de una flecha fría sobre el blanco de un corazón con otra temperatura.
Porque si la novia de un amigo tiene bigotes… ¿Con qué la disfrazo a Carolina siendo quien es?

En tres días (y dos noches) estoy dejando Buenos Aires para regresar a mis nuevos aires. Y mientras el almanaque avanza hasta la fecha de mi pasaje, me quedo un rato más en mi antiguo balcón del séptimo piso con un capuchino como mi fiel compañía.

martes, 11 de mayo de 2010

178. cumpleaños sorpresa

La cena era familiar y por eso me vestí para la ocasión, aunque sabiendo que tendría que hacerle buena compañía a mi primo mientras él se hacía cargo de la parrilla.
Brenda estaba concentrada preparando una de esas súper picadas a las que no le falta nada, mientras que Máximo me mandó a descorchar uno de los buenos vinos que tenía reservado para este momento.

La carne y demás compañías ya arrojadas sobre la parrilla, y Máximo y Brenda riéndose mientras les contaba algunas de mis anécdotas vividas con mis amigos. A ellos les divierte mucho estas historias y a mí me hace bien traerlas al presente.
Estábamos a mitad de otra cuando sonó el timbre.
−Esa es Maca −dijo Brenda saliendo casi corriendo a la puerta a recibirla.
−¡Qué bueno, llegó temprano! −se alegró Máximo mientras iba a su encuentro.
Con su cuerpo grandote de jugador de rugby grandote, abrazo a la hija de Brenda y desapareció en esa calidez paternal que le brota por los poros, al mismo tiempo que sus hijas también la rodeaban a los gritos.
Una vez calmada la bienvenida, sorpresivamente mi primo me miró y dijo:
−Vení que te presento a alguien…
Cuando ella se hizo a un costado de la espalda de Máximo, y Brenda dejaba de besarla con su baba maternal, mis ojos no podían creer lo que estaban observando y sólo abrí la boca y exclamé:
−Carolina.
−Exactamente −dijo Máximo tomándome por el hombro a mí y a Caro−. Ella es Carolina y él es Gastón.
−Hola, encantada −me saludó Carolina dándome un beso en la mejilla.
−Lo mismo digo… −la saludé yo y dándome vuelta buscando la cámara oculta que me explique esto.
−Qué gusto que estemos todos reunidos −comentó mi primo−. Este va a ser uno de esos cumpleaños que no se olvidan.
−No tengo la menor duda de eso −solté con cierta honestidad−. Pero lo que sí no entiendo es por qué le dicen Maca siendo que no se llama Macarena.
−Jajajaja −se rió Brenda y me explicó−, es que “Maca” no es por Macarena, sino por las primeras letras de María Carolina.
−Claro, lo tendría que haber sospechado desde un principio −exclamé haciendo un mínimo honor al Chapulín Colorado.

Mientras Máximo y yo seguíamos junto a la parrilla, las mujeres terminaban de armar la mesa con la picada.
Caro se acercó para llamarnos a la mesa y cuando quedamos solos un minuto alcancé a decirle:
−No lo puedo creer.
−Yo tampoco, pero me resulta demasiado divertido que vos y yo…
−¡¡¡Ni lo digas!!!

Por suerte no lo dijo y la cena resultó sin ningún inconveniente, pero no dejé de sentir cierta adrenalina cuando los pies de Caro me tocaban divertidos por debajo de la mesa… y ni hablar de cuando fue a buscar el tenedor que se le cayó al suelo.

jueves, 6 de mayo de 2010

177. texturas

Caro tenía que regresar a su trabajo en el diario y demás actividades relacionadas con la fotografía. Pero regresaba feliz con el envión anímico y profesional que le daba la obtención del 2° Puesto en el Concurso de Fotografía. Y si el festejo no resultó exagerado fue porque no nos dieron los asientos de atrás en el micro en el que regresamos.
−Es difícil competir con una buena foto que tiene a la lluvia como una de las protagonistas −
me explicó ella.
−Más difícil es fumar debajo de la lluvia, a no ser que tengas una nariz importante −le respondí al mismo tiempo que le mostraba mi perfil.
Y más allá de la excitación que producía este viaje del que ahora regresábamos, aprovechamos a dormir y lo hicimos de buena manera.


Ya en la ciudad, ella se puso al día con sus laburos y yo con mi vida a diario.
A mitad de una mateada familiar, mi primo Máximo me pidió disculpas por no haberme saludado con cierta puntualidad para mi cumpleaños.
−No te preocupes porque yo tampoco sé el tuyo.
−Es este sábado, por lo que te pido que trates de no irte muy lejos ya que voy a hacer algo a la parrilla y me gustaría que cenemos en familia.
−Obvio, no me perdería por nada esta invitación.
−Gracias, además también ya confirmó “Maca” que viene.
−¿”Maca”? No sé quién es… −confesé algo tímido.
¬−”Maca” es la hija de Brenda, mi esposa, aunque yo la siento también mi hija.
−Ah, claro… Sí, va a estar bueno conocerla…
−Por eso te pido que no arregles nada para el sábado así…
−Dalo por descontado, primín. Va a ser un verdadero placer.
−Además quiero que salgas en las fotos que ella nos saque esa noche, ya que es fotógrafa, y de las buenas.


A la noche, ya acostado en mi cama, me quedé pensando demasiado en “Maca”.
Es que sabiendo de las bromas que la vida suele hacerme, por un segundo se me ocurrió que Macarena podría ser Carolina y ahí me muero todas las veces necesarias como para quedarme sin ninguna de mis siete vidas.
−Hola Gastón, ¿qué hacés llamándome a esta hora? ¿Tanto me extrañás? −me preguntó divertida Caro del otro lado del celu.
−No, simplemente tengo una duda loca y quería preguntarte algo. ¿Vos tenés segundo nombre? −le pregunté sabiendo que es imposible que alguien se pueda llamar Carolina Macarena.
−Sí, claro que tengo segundo nombre, pero vos ya lo conocés.
−¿Lo conozco?
−Y sí, mi segundo nombre es Carolina. Me llamo María Carolina… ¿Pero por qué querías saber?
−Jajajaja −me reí totalmente aliviado−. Lo que pasa es que yo no tengo segundo nombre y no sabía si te podías unir a mi grupo.
Nos quedamos conversando otro ratito y después me dormí feliz y tranquilo de saber que todo iba bien y que seguía con esta extraña racha de no meterme en problemas…