viernes, 25 de febrero de 2011

217. (LRPMQLRMRP)

La otra noche, no muy tarde, sonó mi celular.
El número era desconocido pero por alguna extraña razón atendí. Y tardé unos segundos cuando del otro lado de la línea la voz de una mujer mayor preguntó por mi nombre y de inmediato se presentó como “la esposa de Luis”.
(a los lectores nuevos o desmemoriados les sugiero que pasen por acá: 119. en tono gris)

–Hola, ¿Cómo está señora? –y enseguida me di cuenta de la pregunta principal y obligada– ¿Y Luís, cómo está?
–Mal, la verdad es que está mal, y, disculpame la hora en que te estoy llamando pero sinceramente necesitaría un pequeño favor de tu parte.
–Si puedo no hay problema. ¿De qué se trata?
–Seis dadores de sangre con suma urgencia para dentro de los próximos cinco días, y…
–Y… ¿Qué más?
–Mirá, hoy lo dejaron internado a Luis porque anda con muchos dolores y van a hacerle estudios y no sé qué otras cosas más. Y el viernes el doctor va a decirnos cómo está todo y…
–No se preocupe señora, yo voy a estar ahí para acompañarlos.
–Gracias Gastón, muchas gracias –me dijo con la voz entrecortada en nombre de ella y de Luis.

Apenas corté la comunicación y sin perder un solo minuto, llamé a Sebas, Cris, Lore, Sergio y a Pablo, y solucioné el tema de los seis dadores.
Ahora podría dormir tranquilo… pero no lo hice.
Luis andaba con un tumor, y si ahora lo internaron y le están haciendo tantos estudios, es porque algo no funcionó, algo no anda bien.


Ayer fuimos con los chicos en patota, aunque en distintos horarios, a dar sangre y me alegró el corazón la clase de humanos que son.
Coincidí con Pablo en el lugar y mientras por el tubo salía nuestra sangre, exclamó con un optimismo puro:
–Saquen toda la sangre que haga falta que lo vamos a levantar a Don Luis.
Esa misma noche me quedé a cuidarlo, a pasar la noche con él así su esposa descansaba, ya que intuía que el día de hoy no iba a ser fácil.

Poco antes de las nueve de la mañana se presentó el Doctor, le hizo unas preguntas rutinarias a Luis y después se alejó un poco para darnos el parte a su esposa y a mí.
–El tumor, como ya saben, se fue esparciendo, ramificando por la columna y el pulmón principalmente. Las pastillas que le dimos y las sesiones de quimio no lograron frenar el avance. Lamentablemente ya no nos queda nada más por hacer, salvo tratar el dolor para que no sufra.
–¿Y cuánto, Doctor? ¬–lanzó su esposa la pregunta que nadie quiere preguntar.
–No se sabe… –contestó el médico con frialdad profesional pero con cierta incomodidad humana asomando en su garganta–. Puede ser esta noche, tres días, un mes…

La mujer se secó las lágrimas, agradeció al médico toda la ayuda dada y que le seguirán brindando, y con entereza fue a ver a su esposo para decirle que todo marchaba bien.
Yo me quedé en el pasillo del hospital, apoyado contra la pared, llorando como un chico…

martes, 22 de febrero de 2011

216. tiempo "perdido"

El tiempo puede ser un amigo en las malas como un asesino serial en las buenas.
A través del tiempo podemos apreciar en su totalidad las personas que deciden quedarse a nuestro lado y las que saludablemente emigran en dirección contraria.
Y es por eso que a esta altura de mi vida, cada día (tarde y noche) que pasa valoro tanto la relación recíproca que supe construir-fortalecer-aumentar-mantener con cada uno de mis amados amigos.

Y esto del tiempo viene porque, precisamente, durante el tiempo en que estuvimos algo alejado de ellos de una manera física por mi ida de la ciudad, y más allá e que la comunicación y los sentimientos se mantenían intactos, algunas cosas no se perdieron pero quedaron en pausa.
De todas maneras, cuando pegué la vuelta (“…porque siempre hay un regreso…”) nos pusimos al tanto de todo, menos de un rito que veníamos llevando y que se había visto interrumpido por la misma causa de mi lejanía.
Y la verdad es que después yo no me atreví a preguntar sobre el tema, y nadie nunca hablo del mismo, y sn embargo…


El sábado a la noche bajé al 2º piso a cenar una exagerada picada a lo de Sebas.
Me alegré de manera egoísta que se haya elegido un lugar que quedaba cinco pisos más abajo que mi depto. No por tener que realizar ningún viaje largo, sino por la lluvia que andaba pululando por la ciudad.
De todas maneras, y como es costumbre, a la cita asistieron todos.
Nunca hay una excusa para estas reuniones más que la celebración de la amistad, pero esta vez Sebas andaba con ganas de mostrarnos su última adquisición… Un LCD de demasiadas pulgadas.

Lo felicitamos por el nuevo integrante y nos preguntamos qué peli podríamos mirar para estrenarlo.
Me ofrecí a ir a buscar algunas al depto o elegir entre las cientos que tiene Sebas, pero parecía que había una sorpresa preparada para mí, porque fue Pablo el que le pidió a Ana que sacara lo que tenía en la cartera y dijo:
–¿Y si lo estrenamos con esto antes de que sea demasiado tarde?

Cuando me di cuenta de lo que se trataba, sentí una emoción por dentro, pero no por lo que era, sino por lo que significa para mí y sé que significa para el grupo.

Nos acomodamos en nuestros lugares frente a la gran pantalla, conectamos los parlantes, apagamos las luces, suspiramos hondo y, poniéndonos al día con nuestro propio manejo del tiempo, nos dispusimos a pasar el sábado on the night con la entrañable y postergada maratón de la última temporada de Lost.

viernes, 18 de febrero de 2011

215. fantasmagoria

-¿En qué estás pensando? –me preguntó Cris en algún momento.
–No lo desconcentres –le advirtió Sebas–. Está intentando poder tomar contacto con su “fantasma del amor”.

Sabía que en cuanto los chicos supieran lo de la habitación 202 y la sensación de esa presencia femenina con la que me desperté, las bromas estarían a la orden de día. Pero no me molestaba, por algo son mis amigos…
–Che, no jodan –protesté de manera tenue–. No se trata de un fantasma, sino de… de… algo así como un… una… Bueno, pero qué linda imagen, jejeje.
–Gastón, ya en bastantes problemas te metés con las mujeres del mundo real –me trajo al mundo Lore– como para que ahora andes en busca de un espíritu, ¿no te parece?
–¿Un espíritu? ¿Qué parte me perdí? –quiso saber Sergio, un tanto distraído– ¿Estuviste jugando al Juego de la Copa?
–No, lo que hizo fue jugar con una copa pero de vino. Seguro que te emborrachaste durante tu desenganche del fin de semana en el hotel y por eso viste a esa mujer –aventuró Sebas mientras no dejaba de reírse.
–Che, esperen un momento –detuvo el juego Cris, ya a esta altura con sus ojos salidos de su órbita, y haciendo un análisis más serio de la situación–. Si se trata de un espíritu, entonces es alguien que se encuentra muerto y que no te visitó para enamorarte, sino para que la ayudes en alguna cuestión de acá que le quedó inconclusa y por eso…
–De ser así –intervino Sergio intentando aportar soluciones– comunicate con un espiritista… o llamá a los Cazafantasmas, jajajaja.

Todos seguían en la joda esotérica a mi alrededor, y yo a esta altura ya no sabía qué pensar.
¿Sería una imagen real?
¿Fue algo que simplemente soñé?
¿Se trató de una señal?
¿Me estaré volviendo loco?

Mis preguntas fueron interrumpidas por la llegada de Pablo, quien muy serio y llevando puesto sus lentes intelectualoides que a veces le gusta usar, pasó por delante del grupo, se paró frente a mí y sacando del bolsillo interior de su saco una película me dijo:
–Mirá esto que seguramente te permita entender esto que te pasó.
Todos nos quedamos sorprendidos, curiosos, queriendo saber qué era.
–¿Qué es, un documental? –preguntó Cris con su inocencia a cuestas.
–No –contestó rápido Pablo ya sin poder aguantar que se le escape la mueca de la risa–, es la película de Tim Burton, “El cadáver de la novia”.

Por suerte, un rato después, mi tema dejó ser el central y comenzamos a pasar por una diversidad de temas “terrenales” por los cuales nos gusta pasear, opinar y filosofar.
Sin embargo, en mi interior, se dejaba sentir una nueva presencia…

lunes, 14 de febrero de 2011

214. en el interior de la "202"

Fernanda no volvió a aparecer y yo no realicé ningún movimiento por lograr su presencia nuevamente por estos lados.
Laura reapareció pero sólo para mandarme un mensajito en el que se quejaba por mi ida-huida, dejando al descubierto su mala geografía al no poder ver que la que siempre se (me) aleja es ella.
Y entonces surgió el fin de semana…

Un fin de semana que fue como el inicio de algo mucho más grande que una semana.
Si para comenzar algo, primero se debe terminar, estos días daban una muestra fehaciente de lo mismo.

El viernes me comuniqué con los chicos y les dije que no se preocupen por mí, que estaba bien, pero que el finde me iba a desconectar del mundo.
Sé que ellos me quieren tanto que son capaces de no hacer caso alguno a mi mensaje y venir en patota a montar una festichola en el depto, por si mi ánimo anda sin gran altura. Pero la verdad es que yo me sentía bien, sólo que quería ordenar mi mente, afinar mi corazón, regresar mi alma al cuerpo, renovarme por completo. Entonces me metí en un hotel del microcentro para pasar el finde en una habitación a solas, sin comunicación externa alguna, en silencio, en paz, en tranquilidad.
Arreglé el precio, llené una hojita con mis datos básicos, y el conserje me entregó el llaverito con el número 202 de mi habitación.
Una cama enorme, un ventanal de gruesas cortinas para batallar al sol y los curiosos, un aire acondicionado saludable, un ventilador de techo peligroso (siempre me dieron miedo por… motivos obvios), y un televisor mediano de pantalla plana que mantuve apagado la mayor parte del tiempo.

Y salvo para bajar a comer, cenar, y desayunar, después estuve en silencio, desnudo, en total soledad, imaginando, recordando, soñando, disfrutando entre esas cuatro paredes extrañas peladas de familiaridad alguna.

Durante la madrugada, mientras dormía inundado de almohadas, algo extraño, inesperado, mágico sucedió…
Me desperté repentinamente pero no sobresaltado.
La habitación estaba a oscuras pero un poquito de luz artificial entraba y fue entonces que busqué con la mirada y hasta acerqué mi mano para tocar la parte vacía de la gran cama.
Y es que tuve la sensación de que una chica, una mujer estaba ahí acostada a mi lado. Pude verle la cara, enredarme en su pelo largo, recorrer su cuerpo de curvas, escuchar su sonrisa, entablar una charla, dormirme abrazado a ella.
Pero me desperté y ella no estaba. Sin embargo no lo había soñado.
Ella había estado ahí, conmigo, y yo con ella.
¿Quién era?
No lo sé… No la conocía, pero la había visto bien, muy bien.
Y fue entonces que decidí ir en su búsqueda…

miércoles, 9 de febrero de 2011

213. ojos que ven, corazón que siente

La piratería de estos tiempos y lejos del mar, tiene el gusto popular por los días jueves, y como zona de encuentros los lugares donde la suma total de personas sea la menor e indispensable.
Ahora, si uno no tiene nada que ocultar, puede elegir del almanaque un fin de semana y la cita que sea en un bar de Palermo con mesa en la vereda, lo que significa un montón de ojos curiosos que no molestan.
Sin embargo…

Me encontraba mirando los primeros quince minutos de una película que prometía ser interesante cuando tocaron el timbre.
Cuando abro la puerta me encuentro con Lorena que me pregunta:
–¿Qué hiciste?
–Me levanté del sillón y abrí la puerta cuando tocaste el timbre.
–Dale Gastón, te hablo en serio –dijo Lore pasando mientras yo notaba que su cara tenía un gesto de enojo y de preocupación–. ¿Estuviste con Laura?
No sabía cómo se había enterado pero, como decía más arriba, no tenía nada que ocultar.
–Sí, me encontré con ella, pero fue para (intentar) dejar aclarado todo lo que estaba cubierto de un manto algo gris. Necesitaba preguntarle unas cosas para poder…
–Fernanda te vio –me interrumpió Lore para darme la noticia importante–. Y me llamó y se enojó conmigo porque el otro día me vio cuando yo hablaba en la esquina con Laura y piensa que yo estoy metida en el medio de esa relación. Se cree que yo me fui con laura porque ella venía para acá y así salvarte a vos.
–Uff… Bueno, la llamo a Fer y trato de explicarle –dije yo con toda inocencia.
–¿No te llamó todavía?
Yo había dejado el celu perdido en el depto como casi siempre, y la verdad es que me había olvidado de su existencia. Cuando lo encontré debajo de las almohadas, también me encontré con una interesante cantidad de llamadas perdidas (y algunos mensajes nada amorosos) de Fernanda.
–¿Qué vas a hacer? –me preguntó Lore.
–Nada. Supongo que debe estar por venir Fernanda a…
El timbre interrumpió con acertada exactitud mi vaticinio.
Al abrir la puerta Fernanda estaba ¿Enojada? ¿Furiosa? ¿Descontrolada?
Sí, todo eso y mucho más…

Sin repetir, sin soplar, y sin darme tiempo a mí a decir absolutamente nada, Fernanda me lanzó una serie de insultos agudos e ingeniosos y su despedida fue un “y no te quiero volver a ver nunca más” que acompañó con un sonoro portazo que hizo temblar más que mi esqueleto.


Supongo que algunas veces, el querer empezar a hacer las cosas bien, también tiene sus consecuencias…

sábado, 5 de febrero de 2011

212. camino de ida

Es difícil...
Sí, es difícil y no puedo negarlo...

El otro día, o mejor dicho, al otro día Fernanda se fue muy contenta del depto y aunque verla así me dejaba tranquilo, yo sabía que le había dicho estar de acuerdo en algo que no sabía que era.
Sin embargo quería comenzar a respirar un poco de aire puro, y la mejor manera era no meterme en problemas, aunque esa siempre fue mi afición preferida, sobre todo cuando hay mujeres en el medio.
Y en este preciso momento, había una mujer en el centro de mi ser que no hacía más que moverme el piso, y no tenía ya más ganas de esa clase de terremoto interno que no hacía más que provocarme caídas dolorosas.
Y esa mujer, era Laura...


Es difícil...
Sí, es difícil y no puedo negarlo...

Nos encontramos a la tardecita en un bar de Palermo.
La temperatura agradable, la esquina tranquila, y su presencia sentada frente a mí, mientras el mozo nos traía dos daiquiris de durazno.
–Gas, disculpame por todo el mal que te causé con mi ida. –comenzó diciendo Laura.
La verdad es que yo no tenía ganas de ahondar en el tema, pero de alguna manera necesitaba saber porqué se había alejado de la manera que lo hizo de mí.
–¿Y por qué te fuiste entonces?
–Por mi ex-marido. Él se había enterado de lo nuestro por unos mensajes nuestros en mi celular. Los papeles del divorcio no habían salido, y esta relación podía perjudicarme mucho con mi hijo, ¿entendés?
Podía entender la situación.
Podía justificar su acción.
Podía comprender lo que había pasado.
Pero no podía soportar lo que me estaba por decir...


Es difícil...
Sí, es difícil y no puedo negarlo...

–Y... ¿ahora cómo sigue tu estado civil?
–Desde noviembre soy una mujer divorciada.
-Bueno, felicitaciones –le dije levantando el vaso con lo que quedaba del daiquiri–. ¿Y fue por eso que reapareciste?
–Hmmm...
–¿Qué significa eso?
–Gas, por vos sentí... y siento, un amor muy grande, muy importante. Pero nosotros no podemos estar juntos, por lo que te dije antes y... otras cosas más.
–¿Otras cosas más? Lau, ya que estamos acá tratá de ser clara y decime lo que me tengas que decir.
–Bueno... Estoy conociendo a alguien... Una persona que me presentaron y... Me hace sentir bien, pero la verdad es que se me hace difícil comenzar algo con otra persona porque no te puedo sacar de la cabeza, de mi corazón.


Es difícil...
Sí, es difícil y no puedo negarlo...

Pagué los tragos, me levanté de la mesa, le deseé suerte con su nuevo emprendimiento de vida, y me fui del lugar sin mirar hacia atrás.
Lo mejor era dejar que cada uno pueda reiniciar su historia sin interferencias.
A ella la esperaba alguien que podía estar con ella y que no era yo.
A mí me esperaba una segunda oportunidad con Fernanda, una segunda oportunidad que Laura a mí no me dio.


Es difícil...
Sí, es difícil y no puedo negarlo...
Pero quizás sea mejor así...

miércoles, 2 de febrero de 2011

211. jugando con fuego

Otra vez los golpes en la puerta, como si alguien estuviese apurado por entrar, por decirme algo, por…
–¿No vas a abrir? –me preguntó totalmente relajada pero extrañada Fernanda.
–Sí, claro.
Y no me quedó otra que abrir la puerta y encontrarme con…
–Gastón, tengo que hablar con vos.
–Ok, te escucho –dije, y tomando aire, pregunté–: ¿Qué pasa Sebas?
Sebas había visto a Lorena con Laura conversando en la esquina, al igual que antes lo había hecho Fernanda, pero con la diferencia que él sí sabía de Laura. Por suerte entendió mi gesto con la mirada, y cuando vio que yo estaba acompañado de Fernanda, simplemente dijo:
–Quiero que… que sepas que te quiero mucho, y que “Actividad paranormal 2” es malísima–. Saludó a Fernanda y se fue raudamente como había venido a tirarme la puerta abajo.
–¿Y eso, qué fue? –preguntó Fer con lógico desconcierto.
–Nada, ya sabés como es cada uno de los chicos, y ahora Sebas anda con la idea de ser crítico de cine.
Nos reímos un poco, tomamos un traguito de la bebida que teníamos entre las manos, y volvimos a la realidad.
–Bueno, vos querías decirme algo, ¿no? –ataqué pero dejándole la pelota a ella.
–Sí Gas, y es con respecto a lo del mensaje de la otra noche y… La verdad es que siento que la otra vez me desubiqué al molestarme cuando nos vimos. Y si vos decís que ese mensaje no es nada para vos, o la chica que te lo mandó ya no significa nada, yo quiero empezar a creerte. Además, si nosotros vamos a ver si comenzamos de nuevo…

¿Comenzar de nuevo?
Me pregunté eso para mí mismo porque, más allá de que me sentía y me siento cómodo con Fer, y quizás tengo cierta intención de ver qué pasa con ella de nuevo, al escucharlo en su boca me sonó muy fuerte, muy intenso.
Y mientras Fernanda continuaba hablando de “nosotros”, a mí me seguía retumbando por un lado su frasecita, y por otro el querer saber cómo seguía la “reunión” entre Lore y Lau.
–¿Vos que pensás de esto que te dije, Gas? –me preguntó de pronto Fernanda.
¿Qué responder? Yo no había escuchado nada por estar aturdido con mis propios pensamientos. Y si le pedía que me repita todo no iba a terminar bien la charla. Por lo tanto tomé coraje, me puse en manos del Universo, y dije:
–¡Estoy de acuerdo!
–¿De verdad? ¬–me repreguntó Fernanda mientras con una sonrisa en la cara me abrazaba y me daba un dulce y asfixiante beso.
Yo no tenía ni idea a qué había dicho yo estar de acuerdo, pero me dejé invadir por esos besos… hasta que me llegó un mensaje al celu.
–¿Pasó algo? –quiso saber Fernanda al ver que me disponía a contestar el mensaje.
–No, es Sebas de nuevo con otra crítica cinematográfica –le hice saber–. Esperá que le digo que por hoy me deje tranqui que tengo un lindo espectáculo acá en casa.
Fernanda se rió agradecida mientras pasaba al baño.
Y yo aproveché para contestar el mensaje que, en realidad, me había enviado Laura, y confirmarle que el finde nos encontramos para conversar.