jueves, 31 de marzo de 2011

223. todos se van...

¿Por qué es extraño que deje una linda botella sin abrir?
¿Por qué voy a desaprovechar la tranquilidad del balcón para salir a ver el Universo?
¿Por qué no fumarme un pucho durante una noche silenciosa?
¿Por qué dejaría de tener un poco de acción sin daños a terceros?
¿Por qué hacerle caso al cascarrabias del vecino y no escuchar mis canciones favoritas al volumen deseado y recomendado?

Entiendo muy bien a qué se refiere la famosa frase inversa de Cris cuando dice con su conocido espíritu que: “después de la calma llega la tormenta”, porque fue lo que sucedió apenas transcurrieron unos días de cierta paz y tranquilidad.

Pasé por el hospital por la mañana temprano para ver cómo estaba Luis, y de paso para ver si en una de esas me cruzaba a Mariana. Y sí, fue así, pero el tema es que Mariana ya se encontraba cruzada.
Me saludó de una manera muy seca y casi sin mirarme.
Después de hablar con la esposa de Luis y enterarme cómo venía todo, me acerqué a Mariana para preguntarle si le pasaba algo, y fue cuando, después de salir al pasillo para conversar me dijo:
–¿Vos te creés que yo estoy para boludear?
–Supongo que no, pero tampoco entiendo la causa de que me digas eso…
–Pasamos la otra noche hablando, tomando café, acompañándonos y todo ¿para qué? Para que después te borres como hacen todos los maricones como vos que no se animan a empezar una relación seria y que adem…
–¡Pará, pará, loca de mierda! ¿Una relación seria por tomar un café de máquina? ¿Vos estabas esperando que yo me instale en el hospital para verte? Flaca, todo bien, sos muy linda y podés ser bienvenida a mi cama, pero tengo una vida que vivir. Y precisamente, a las rayadas como vos, les regalo de souvenir el teléfono del taxi para que lo tomen tempranito y se alejen con el recuerdo de una buena noche. Si querés ya te paso el número del auto y simplemente te vas –le arrojé todo junto a su cara de sorprendida y, obviamente, el que se fue después de esa escena fui yo.


Durante el resto del día estuve algo fastidioso y esperaba el milagro que me lo pudiera quitar, cuando me llega el celu un mensaje de Fernanda. No sé porqué creí que podía ser algo bueno, pero me encontré con el siguiente mensaje:
“Así que ahora ponés talleres literarios para levantarte minitas?
Sabés una cosa?
Sos patético!!!”
No hace falta que aclare que no contesté el mensaje, pero sí me pregunté de dónde coños saca la info sobre mi vida. Y sé que no lee estas cosas porque sinó sus reacciones serían extremadamente peores.


Ya con el día terminando en ruinas llego al depto con la necesidad de revertir el humor. Me pego un baño de esos que duran bastante hasta alcanzar el relajo deseado. Y apenas cierro la ducha escucho que tocan el timbre.
No recuerdo que alguno de los chicos me hubiese avisado que venía, pero como igual nunca me avisan de sus visitas, me envolví la toalla por al cintura y fui a abrir la puerta.
El nudo estaba bien atado porque tranquilamente podría haber volado la toalla, ya que debajo del marco se encontraba Laura.
–Disculpame, llegué en un mal momento, ¿no?
–Para nada… Pasá que me cambio y…
–No, dejá… Vine para decirte una cosa y me voy.
–¿Pasó algo? ¿Qué me querés decir?
–Que… Que no te voy a molestar más… Quiero que seas feliz y que sepas que te amé como nunca amé a nadie, pero… Pero es mejor que me vaya de tu vida y no nos veamos más y que… –pero no terminó la frase ya que se ahogó en lágrimas y ahí nomás decidió irse.


Noche calma, estoy desnudo en el balcón fumando un cigarrillo y acompañado de un vino blanco y dulce… Disfrutando de la calma que dejó la furiosa y extraña tormenta femenina que hoy me visitó por partida triple.

Con la ciudad en silencio sólo escucho a mis pensamientos que se preguntan:
¿Quién será la mujer que aparecerá trepando por mi balcón y realmente quiera revertir la historia de estas idas sin razones y con tantas pasiones?

domingo, 27 de marzo de 2011

222. homenaje en vida

Domingo. Temprano. Sol por la ventana. Desayuno para uno. Música de fondo. Me sirvo el primer mate y me coloco frente a mi mundo cibernético. Recorro diarios, reviso correos, visito barrios amigos, y es ahí donde me quedo, como dice mi viejo, “patitieso”.
Me tomo el pulso, trato de escuchar mis latidos, y voy en busca de una cuchara para ver si la empaño con mi respiración. Todos mis órganos vitales (y los primordiales) están bien.
Todo indica que estoy vivo. Saludablemente vivo.
Entonces no me queda más que agradecerle a Sofi por este extraño, particular y sorpresivo “homenaje en vida” con el que me desperté esta mañana…




Taller de Letras (y otras palabras cruzadas)

Abrí la ventana. Dejé que el sol entrara. Puse música. Pinté mándalas. Salí a la esquina. Caminé por el parque que tengo cerca de casa. Miré, por si acaso, en las góndolas del mercado chino.
Le pregunté a Gudi, el encargado de mi edificio.
Pero nada… Mi "musa" no aparecía por ninguna parte.
Resignada me senté frente a la compu mirando el monitor en blanco.
Tenía en mi cabeza una sopa de letras y necesitaba tomar de ella para escupirla com mis dedos sobre el teclado.
Pero nada...
Abro el msn. Veo a un buen amigo conectado al msn. Él escribe y me gusta como lo hace.
Le podría preguntar cómo hacer para no caer en el “Había una vez…”, o que me alquile alguna musa que le sobre. Lo saludo. Le pregunto si lo interrumpo, y una vez que me devuelve su amigable “no hay problema”, le explico:

Sofi dice:
Desde ayer que tengo terribles ganas de escribir mucho, pero mucho. Pero me falta inspiración.
Hoy, cuando viajaba en el bondi pensaba mucho en eso. Como no tenía lápiz y papel escribí las ideas en mi mente. Y ahora aca estoy, anotando en mi libreta palabras sueltas.
Te paso alguna vez eso de tener tantas cosas que decir y no encontrar las palabras?


Gastón dice:
No, lo que sí me ha pasado es de tener un montón de palabras y no tener dónde escribirlas.

Sofi dice:
Ok, entonces son cosas que me pasan solo a mí.

Gastón dice:
A vos sola no.
A todos los que escribimos y/o queremos y/o necesitamos y/o deseamos escribir.

Sofi dice:
Mierda!!!
Necesito sacarme esto de encima y no sé cómo...
Necesito escribir.
Necesito decir muchas cosas, sino, hoy no duermo.


Demora en responder, por lo que intuyo que está pensando cada una de sus próximas palabras. Escribe:

Gastón dice:
Para la ausencia de palabras hacete amiga de un diccionario de sinónimos.
Todo lo que tenés en tu cabeza, empezá a escribirlo sin orden y sin pausa.
Olvidate de las comas, puntos, mayúsculas y demás coordenadas.
No pienses en nada y sentí todo lo que estás escribiendo
Emborrachate en el teclado y escribí hasta la última resaca literaria.

Sofi dice:
Como lo decís... suena tan fácil... pero no sé...
Quizás termine escribiendo este diálogo.


Gastón dice:
- Te parece?
Vos decís para usarlo tipo Taller literario?

Sofi dice:
Puede ser para eso y que le sirva a alguien más...
O puede servirme a mí para ganarle esta vez a la pantalla en blanco.


Gastón dice:
Bueno, entonces ya le ganaste!!!

Sofi dice:
Jajaja...
Es verdad!!!
Gracias por las palabras cruzadas!!!



A las musas no hay que buscarlas.
Las musas se encuentran a nuestro alrededor.
Sólo hay que estar atentos a su aparición... o ver si están “conectadas”.

(Gracias Gastón)

Gracias a vos Sofi por esta especie de "homenaje en vida"...

lunes, 21 de marzo de 2011

221. confesiones de otoño

Cris odia el verano.
Bueno, en realidad lo que odia es que la temperatura supere los 30º mientras se encuentra a varios kilómetros de la arena, las olas, y las micro-bikinis.
Yo no llego a tener ese sentimiento en una estación donde los cuerpos se dejan ver más, donde se disfrutan los tragos fríos, y donde el balcón por las noches es una invitación a la felicidad.
Pero bueno, también me hubiese gustado pasar el verano en la playa, jugando con las olas, y siendo feliz con el paisaje de los traje de baño diminutos.

Sin embargo, a pocas horas de que empiece el otoño, Cris me llamó para decirme que pasaba por el depto a traerme unas cosas que había encontrado.
–¿De qué se trata todo esto? ¬¬–le pregunté mientras miraba desconfiado la caja que dejó a mis pies con unas carpetas y algunos cuadernos.
–Estaba haciendo limpieza en casa y me encontré esto que es tuyo y que cuando vivías con Fernanda me pediste que te lo guardara para hacer lugar acá. Ahora lo encontré y te lo traigo. Además a mí no me gustan los poemas… aunque algunos… están interesantes.
Mientras Cris servía dos vasos largos con cerveza, yo me zambullí entre esos papeles desordenados, algo amarillentos, algo salvajes, algo tan míos de un tiempo de insomnio agudo en que escribía poemas infinitos.

Poemas sin rimas ni gloria pero escritos con el pulso firme y el corazón desnudo.
Poemas con nombres de mujeres
Poemas olvidados para amores inolvidables
Poemas que salían como el mismo aire de mis pulmones.
Poemas nocturnos pero algo iluminados.
Poemas que alguna vez me animé a escribir como un buen suicida literario.

Después que se fue Cris me quedé releyendo algunos de ellos hasta que la medianoche pasó de largo, el vaso quedó vacío y el sueño (entre muchos otros sueños) se hizo presente.
Hacía unos minutos que oficialmente el otoño se había instalado en la ciudad y entre mis manos las hojas escritas caían inundando el suelo de palabras agudas, inquietantes, eternas, de un tiempo sin tiempo en que el ser poeta se había apoderado de mí.

Y así, casi por azar y sin darme cuenta, dejé una vez más mi alma a la vista, con esta inquebrantable confesión de otoño…

jueves, 17 de marzo de 2011

220. café recargado

Tener la obligación de estar despierto durante el día por razones sociales-laborales se entiende y es así y no queda otra.
Pero después obligarse uno a mantenerse atento y con los ojos abiertos por las noches en que voy a cuidar a Luis al hospi, hacen que deje mis buenas y sagradas monedas en la máquina del café de la sala de espera.

Por suerte Luis está (dentro de lo que ya se sabe) bien, con el ánimo la mayor de las veces arriba, y rompiendo las bolas como siempre hizo durante toda su vida.
Claro que también sucede como la otra vez que se agarró uno de esos virus hospitalarios y… Pero se repuso, y así seguimos entre medicamentos, horas alargadas, y otras distracciones.
Y hablando de distracciones…

Hace unos días Luis está compartiendo la habitación con un tipo que se cayó de una escalera y se rompió bastante (no la escalera, sino él).
El tema es que la otra noche vino una de las hijas a cuidarlo y justo el padre se ve que tuvo un sueño o no sé qué, y se mandó un movimiento que le hizo ver las estrellas. La hija se asustó y yo que ando más canchero con la situación y el lugar, fui rápido a buscar a una enfermera de las que ya conozco para que lo vaya a ver. Unos calmantes vía suero y el tipo ya descansaba y roncaba a la par de Luis, realizando en esa habitación un concierto de graves en estéreo.

–Uy, te agradezco –¬me dijo ella más aliviada al ver a su padre dormir tranquilo.
–No te escucho nada –le dije exagerando el sonido ambiental–. Vamos afuera a tomar un café, ¿querés?
–Pero y sí…
–Quedate tranquila que, como mínimo, hasta las cuatro no se despiertan.
Fuimos hasta la máquina “para no dormir” y nos bajamos dos cafés dobles, y nos sentamos en uno de los sillones ultra cómodos que hay en la sala de espera (y que deberían poner también en las habitaciones para los que nos quedamos a pasar las noches ahí. marche un libro de quejas!!!)

–Me llamo Mariana, ¿y vos?
–No, yo no. Mi nombre es Gastón –y cuando terminé de hacer mi humorada presentación, descubrí que debajo de sus ojos verdes, había una sonrisa de esas que me gustan tanto.
–Qué bueno que mantengas el humor pese a estar en un lugar así.
–Es lo que debemos hacer para que sobrevivamos, ¿no?
–Sí, claro. Y sobreviviendo es la forma que tenemos de… ¿terminar compartiendo un café?
–Entre otras cosas.

Y entre otras cosas, entre nuevas sonrisas, entre nuevas historias de un lado y del otro, fuimos colaborando con la máquina cafetera, hasta que sin darnos cuenta pasó el carro del desayuno por delante nuestro y nos dimos cuenta que ya eran las siete y media de la mañana.

jueves, 10 de marzo de 2011

219. borracho de carnaval

Sergio, Lore y Cris se iban a disfrutar del color, la música, la noche y demás fiesta en honor al Rey Momo a la ciudad de Gualeguaychú. La verdad es que queríamos ir todos, pero esta vez no se puedo por una diversidad de situaciones que cada uno anda viviendo y sobreviviendo a su manera.
Entre los primeros se encuentran Pablo, Ana y Tami que aprovecharon el decreto de Feriado de Carnaval y se fueron para la costa.
Y entre los segundos se encuentra Sebas y su relación con Vero, mi prima, que no anda del todo bien e intuyo que en cualquier momento ella agarra su bolso y se vuelve para Mendoza.

Esta fue la razón por la que una noche de fiesta en las calles, Sebas y yo nos quedamos tomando unos tragos on the rocks desde la lejana altura del balcón de mi 7º piso.
–Me parece que se acabó –disparó Sebas con precisión aunque yo intenté atenuar el impacto por un instante.
–No lo creo… Todavía faltan dos días más de murgas de nombres desaforados.
–Ya sabés a qué me refiero… Con Vero las cosas ya no están como antes. Y creo que de mi lado tampoco.
Sebas necesitaba hablar y así dejé que lo hiciera. Él sabe que no soy la persona más indicada en temas de relaciones bipersonales, pero también sabe que conmigo tiene la extrema libertad de expresión y de sentires, más allá de que la crisis sentimental sea con mi prima. Pero la balanza, y eso también lo sabe, pesa más de su lado, y por eso somos amigos.

En las calles la gente bailaba al ritmo de los tambores y bailaba entre luces de colores populares.
Nosotros en cambio nos movíamos al ritmo de los colores de nuestros tragos, y con eso teníamos más que suficiente.
Será que algunas veces, la música de fondo no combina del todo con nuestras vidas, y es una lucha constante entre el musicalizador y la puesta de escena.

No sé qué hora era, pero la medianoche ya había pasado y los redoblantes hacían un respetuoso silencio cuando golpearon la puerta. Era Vero, que me saludó con esa mirada de ojitos marrones tan lindos que es herencia familiar y del cual a mí sólo me tocó el color.
–Sebas está allá en el balcón –le dije cuando en realidad ya estaba al lado mío.
Y por eso fui testigo de un beso algo extenso-intenso que no supe distinguir entre reconciliación y despedida.

Ya solo en el depto, seguí sentado en el balcón tomando lo último que quedaba, junto a un paquete de Gitanes que también me anda acompañando, con cierta moderación, en estos últimos tiempos.
Y mientras allá abajo quedaban las huellas desprolijas del corso, acá arriba seguía respirando un tranquilo aire de borracho de carnaval.

jueves, 3 de marzo de 2011

218. soñando con vos (vos, vos y vos)

Luis sigue con su pensamiento guerreramente positivo, lo cual no deja de ser sorprendente para los demás y extremadamente saludable para él.
Y mientras lo sigo acompañando por las noches, a veces necesito que alguien me acompañe a mí durante el día. Es que me transformé en un zombie al lograr zambullirme en mi sueño más profundo en un promedio de dos horas y media cada 24 horas.
De todas maneras si yo me quejo en este momento… es que hay una lección de vida que no alcancé a comprender.



Y hablando de comprender, algo extraño es lo que me está ocurriendo durante esos escasos minutos de buen dormir en el que llego al depto y caigo inconsciente en mi inconsciente.
Estoy teniendo sueños que sé que me están queriendo decir algo, que están simbolizando algo interesante. Pero como tiré la agenda vieja donde tenía el celu de Freud, y se sabe que mi psico me abandonó, acá ando cargando ciertas imágenes que me visitan durante mis momentos de descanso.

La primera vez que entraron en mi inconsciente sin tocar el timbre se trató de un sueño que recuerdo poco en sus detalles pero sí la trama del mismo.
Era una especie de casting que se estaba haciendo para poder elegir… ¿a mi novia?
Y aunque había demasiadas mujeres lindas (y algunas de ellas que ya habían pasado por mi vida) descartaba la presión que significaba esa elección con latidos como música de fondo.

El siguiente sueño fue altamente traicionero.
Ellas se presentaban ante mí con sus novios/maridos/ex y yo simplemente les daba el pésame y las dejaba en malas compañías mientras yo me alejaba sobrevolando la ciudad nocturna en busca de nada ni nadie en especial.

En el último sueño que recuerdo, me encontraba en el interior de una habitación completamente a oscuras. Estaba desnudo y por esa causa (y otras sensaciones) sentía que junto a mí había muchas chicas que podía reconocer por sus voces, por sus perfumes, por sus cuerpos, por sus besos (y otras sensaciones).
Sin embargo, tenía la necesidad de encender la luz y cuando lograba alcanzar la perilla, desaparecían todas menos una. Pero no podía ver quién era porque de sus ojos salía una luz que no me dejaba ver nada más que ese brillo tan potente como enceguecedor.


Y ahora, más allá de las ganas que tengo de dormir, estoy ansioso por la próxima imagen que me venga a visitar, por más que no logre desentrañar lo que quiere decirme mi inconsciente… junto a todas ellas…