jueves, 26 de mayo de 2011

234. fecha patria (y humana)

Cris tiene una de esas mentes que lo asemejan a una agenda.
Y no porque tenga los nombres grabados en orden alfabético, sino porque tiene absolutamente todas las fechas de cumpleaños, citas, aniversarios, y hasta los horarios de su exagerada puntualidad.

A veces sospecho que es él quien se encuentra detrás de todos esos recordatorios de cumpleaños que hace el Face.
Y fue el martes a la noche cuando reunidos en lo de Sebas y tomando algo sin importar las consecuencias por tener el feriado nacional al otro día, en un momento me pregunta Cris:
–¿Qué vas a hacer mañana 25 de mayo?
¬–Dormir hasta tarde y no comer locro.
–¿Nada en especial? –repreguntó Cris haciéndome imaginar que algo se traía entre manos pero sin llegar a descubrirlo.
–Mañana seguramente hará más frío que hoy. Por lo tanto, a no ser que aparezca una mujer en mi cama y me destape por causa del inmenso calor provocado, no pienso asomar la nariz si el “sol del 25” no llega a los 30 grados.
Cris no dijo nada, pero su mirada me quería decir algo que no aguantaba guardar. Agarró una de las botellas de vino abierta, me sirvió en la copa y me llevó para un rincón alejado de los chicos.
–¿Qué pasa, Cris? A veces me asustás… –le dije con el tono de la broma ya algo borracha.
–Nada bolú, pero mañana es el cumpleaños de…
–¿De quién? –quise saber desconcertado y odiando esa pausa de mala película de misterio que a él le sale de manera natural.
Me clavó la mirada como arrepentido de lo que me iba a decir pero finalmente abrió la boca y escuché el dato que tenía…
–Mañana es el cumpleaños de Laura.

Obviamente que medio segundo antes de que Cris dijera lo que dijo, en el depto se había producido un silencio invasor, por lo que la data que me arrojó fue escuchada por todos.

Y así llegaron hacia mí palabras únicas, frases para nada célebres, consejos sin seguir, chistes malos, opiniones encontradas y vueltas a perder, pensamientos filosos, filosofía urbana, brindis sin sentidos, tragos “quitapenas”, aire de Buenos Aires, palpitaciones en cámara lenta, recuerdos relocos, dolores esdrújulos (ni agudos ni graves), cantares desafinados, huellas desteñidas, canciones sordas, escritos sin escribir, voces del más acá, sonrisas desalineadas, sesenta y nueve vidas en una, fríos sofocantes, abrazos lejanos, curvas peligrosas, freno de mano con los dientes, caricias fantasmales, aullidos de medianoche, caza de brujas, seres voladores, luna llena en su cara oculta, teclado vivo, paredes que hablan, techos que observan, marcas en los espejos, señales de emergencia.

–¿Y, qué vas a hacer? ¬–me preguntaron.
–Desearle un feliz cumpleaños, como corresponde –respondí antes de irme a algún lugar.

miércoles, 18 de mayo de 2011

233. vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Es conocida, o por lo menos yo la conozco, la historia sobre el tipo que quiere escaparse de La Muerte, sin saber-imaginar lo implacable que es esta.
El hombre se entera que La Muerte lo viene a buscar y se va a otro pueblo intentando alejarse de ella. Sin embargo, La Muerte siempre consigue saber dónde está y así va a en su búsqueda.
Tres, cuatro, cinco pueblos, demasiados kilómetros, y el cansancio físico y mental del escape que no logra a realizarse del todo, hace que el hombre decida quedarse en el último pueblo al que llegó, pero esta vez disfrazado de vieja.
La Muerte llega con su paso implacable al pueblo donde sabía que se encontraba su víctima, pero otra vez no lo encuentra.
Ya algo malhumorada y con la herida en su orgullo decide dejarlo ir, seguir con su vida, aunque no va a volver a su oscura morada con las manos vacías, por lo que mira a su alrededor y ve a una viejita a lo lejos y mientras se acerca clavándole la mirada se dice:
–Y bueno, por lo menos me llevo a esta viejita que, además de ser fea, seguramente ya vivió lo suficiente.


Este cuento viene a colación porque con todas las medidas de precaución que había tomado, con todo lo que evité en estos últimos días el estar demasiado tiempo en la calle, o, con la excusa del frío, no asomarme ni estar en el balcón (sí, tengo las imágenes exactas de algunas pelis sobre francotiradores), fue imposible el escape, no de la muerte, pero sí de alguien que puede que tenga cierta sociedad con ella.

Estaba a unas cuadras de casa y entré a un kiosco a comprar puchos, mis Gitanes, cuando escucho a un hombre trajeado y sonrisa deformada que con vos gruesa y calma me dice:
–Fumar te puede hacer mal… muy mal.
–Gracias por la info ¬–contesté imaginando que las palabras del tipo significaban algo más que lo que me dijo, por lo que agregué–: Igual son para un amigo.
Salí del kiosco con paso triplemente apurado pero una mano fuerte me tomó del brazo y la misma voz con el mismo tono me acercó otro consejo:
–Decile a tu amigo, el fumador de Gitanes, que si se acerca una vez más a “la flor” que él ya conoce, puede que deje de fumar… de una manera abrupta.
–Ok, yo le paso el mensaje –alcancé a decir entre el ruido que hacían mis rodillas al chocarse entre sí por el temblequeo.

No sé cómo llegué a casa, como logré meter la llave en la puerta, pero puedo asegurar que la “advertencia” hizo su efecto porque ahora, cada vez que tengo que pasar cerca de una florería, me cruzo de vereda.

No quiero rosas en mi funeral… ni en lo que me quede de vida!!!

miércoles, 11 de mayo de 2011

232. seguir viviendo sin tu amor

Hace dos, tres, cuatro noches que vengo teniendo sueños intensos, ininterrumpidos, variados (todos sexuales).
Imágenes inconscientes de pasados gloriosos, de presentes fortuitos, de futuros inimaginables.
Pero anoche algo extraño sucedió…

Me encontraba profundamente dormido y mis visiones nocturnas todavía no se habían hecho presente, cuando un sonido agudo en mitad de la noche-madrugada, me hizo abrir los ojos. Y ahí, en la oscuridad, estaba brillando la luz el celular indicando que me había llegado un mensaje.
Lo tomé con tranquilidad porque se sabe que las noticias horrendas llegan a esta hora, pero nadie te manda un mensajito para advertirte que está por caer un meteorito descomunal, y sin embargo…
El reloj decía que eran las 4.35, y que el mensaje era de Rosa.
Me reí imaginando el mensaje hot, y también la insulté por lo bajo (sin perder la sonrisa) por haberme hecho partícipe de su insomnio, pero todo se desdibujó cuando, por fin, leí el mensaje de texto.
“No respondas ningún mensaje ni llamado que te llegue de mi parte.
Mi marido me descubrió y estoy en problemas.
Y vos no sé…”


5.10 de la mañana.
Estoy tomando un capuchino en el silencio tenso de este nuevo día.
Y remarco lo del ambiente tenso porque no me olvido que el marido de Rosa es un político de múltiples conexiones, un embajador del carajo, y que se mueve por el mundo demasiado acompañado y dejando detrás suyo a su custodia personal.
¿Se convertirán estos en asesinos a (muy buen) sueldo?
¿Mis dos cabezas tendrán un precio en euros?
¿Me pincharán el celular y a mí también para hacerme confesar?
¿Lo harán parecer un accidente?
¿Ahora que no está más Osama, seré yo el que se convierta en el hombre más buscado?

9.25. Tengo que salir a la ciudad y no tengo ganas.
Agradezco que haya un poco de sol para poder enfundarme en mis lentes oscuros.
Agradezco que esté apenas fresco para poder levantarme el cuello de una campera fina.
Agradezco no haberme afeitado el lunes.
Agradezco que sean ya casi las 10 de la mañana y seguir respirando.

jueves, 5 de mayo de 2011

231. otros mundos

Este fin de semana último el mundo tuvo su cóctel de mezclas mortales con la insoportable boda real, la beatificación de Juan Pablo II, la muerte de Sábato, y el asesinato de Bin Laden ordenado por el último Nobel de la Paz.

Llevado a un caso más particular y personal, yo llevo dos o tres noches sin dormir del todo a causa de un cóctel de pensamientos y reflexiones que, quizás, también tenga que ver con los acontecimientos de mi fin de semana.

Y más allá de que hace poco cumplí años, recordé una época no tan lejana en que había situaciones de la vida cotidiana que, para bien o para mal, eran extremadamente diferentes a las de hoy.

Por ejemplo, recuerdo una novia que tuve de nombre Verónica…
Anduvimos juntos seis meses, pero de una intensidad exagerada.
(obviamente me refiero al sexo, más allá del amor que nos podíamos tener)

La cuestión es que un día se le ocurrió irse a visitar a los padres que vivían demasiado al sur y nunca más regresó, dejando de este lado un frío mucho mayor que el de aquellas tierras.
Hubo un llamado demasiado lejano anunciando que había decidido no regresar a Buenos Aires… ni a mí, y eso fue lo último que supe de ella.
Es decir, ella me abandonó en un mundo real donde el mundo 2.0 no existía, y por consiguiente:
No aparecieron fotos etiquetadas donde mirarla…
No había frases indirectas con tiro directo…
No hubo solicitudes estúpidas de amistades…
No había manera de seguirme con la excusa de escrituras…
No había cómo atraparme y observarme a través de redes sociales…
Ella me dejó en un mundo que lo único que tenía de loco era el girar en continuado.


Hace poco Laura leyó algo que yo había escrito por alguna parte, y pese a no estar con ella, explotó en un ataque furioso-ciego-salvaje de celos.
De nada sirvió explicarle que se trataba de un juego de palabras con los que acostumbro a divertirme. Y en su envión de instinto asesino me escribió palabras autografiadas que fueron golpes duros y bajos en forma de aguijones venenosos directos a las bolas.

Después de esto, me quitó, me eliminó, me borró de varios lugares que compartíamos, pero a veces nos cruzamos sin querer queriendo por personas en común.
Y sé que seguramente leerá esto y me largue una nueva puteada por los talones, pero el mundo 2.0 permite mantener contacto con personas lejanas, pero no dice nada sobre una despedida de verdad, como la que me regaló Verónica, y no como esta tan dolorosa que me está dando (y ya me dio) Laura.