Cris tiene una de esas mentes que lo asemejan a una agenda.
Y no porque tenga los nombres grabados en orden alfabético, sino porque tiene absolutamente todas las fechas de cumpleaños, citas, aniversarios, y hasta los horarios de su exagerada puntualidad.
A veces sospecho que es él quien se encuentra detrás de todos esos recordatorios de cumpleaños que hace el Face.
Y fue el martes a la noche cuando reunidos en lo de Sebas y tomando algo sin importar las consecuencias por tener el feriado nacional al otro día, en un momento me pregunta Cris:
–¿Qué vas a hacer mañana 25 de mayo?
¬–Dormir hasta tarde y no comer locro.
–¿Nada en especial? –repreguntó Cris haciéndome imaginar que algo se traía entre manos pero sin llegar a descubrirlo.
–Mañana seguramente hará más frío que hoy. Por lo tanto, a no ser que aparezca una mujer en mi cama y me destape por causa del inmenso calor provocado, no pienso asomar la nariz si el “sol del 25” no llega a los 30 grados.
Cris no dijo nada, pero su mirada me quería decir algo que no aguantaba guardar. Agarró una de las botellas de vino abierta, me sirvió en la copa y me llevó para un rincón alejado de los chicos.
–¿Qué pasa, Cris? A veces me asustás… –le dije con el tono de la broma ya algo borracha.
–Nada bolú, pero mañana es el cumpleaños de…
–¿De quién? –quise saber desconcertado y odiando esa pausa de mala película de misterio que a él le sale de manera natural.
Me clavó la mirada como arrepentido de lo que me iba a decir pero finalmente abrió la boca y escuché el dato que tenía…
–Mañana es el cumpleaños de Laura.
Obviamente que medio segundo antes de que Cris dijera lo que dijo, en el depto se había producido un silencio invasor, por lo que la data que me arrojó fue escuchada por todos.
Y así llegaron hacia mí palabras únicas, frases para nada célebres, consejos sin seguir, chistes malos, opiniones encontradas y vueltas a perder, pensamientos filosos, filosofía urbana, brindis sin sentidos, tragos “quitapenas”, aire de Buenos Aires, palpitaciones en cámara lenta, recuerdos relocos, dolores esdrújulos (ni agudos ni graves), cantares desafinados, huellas desteñidas, canciones sordas, escritos sin escribir, voces del más acá, sonrisas desalineadas, sesenta y nueve vidas en una, fríos sofocantes, abrazos lejanos, curvas peligrosas, freno de mano con los dientes, caricias fantasmales, aullidos de medianoche, caza de brujas, seres voladores, luna llena en su cara oculta, teclado vivo, paredes que hablan, techos que observan, marcas en los espejos, señales de emergencia.
–¿Y, qué vas a hacer? ¬–me preguntaron.
–Desearle un feliz cumpleaños, como corresponde –respondí antes de irme a algún lugar.
El Camino de la Humildad
Hace 1 día