domingo, 31 de julio de 2011

242. las dos caras de la moneda

Los chicos, con sus radares preparados ante cualquier anomalía, se encontraban detenidos en medio del movimiento ajeno de la pista pispeando con quién me había encontrado y fundido en un abrazo.
Cuando Karen continuó la noche con su grupo después de habernos intercambiado nuestros respectivos números, se me vinieron todos al humo aprovechando la cercanía de la barra.
–¿Quién era? Pasame un Fernet –preguntó y pidió Sergio.
–¿Con quién estabas? Yo quiero un “Destornillador” –ordenó Sebas.
–¿De dónde la sacaste? Marchen dos cervezas, por favor –fue la solicitud de Pablito para él y Ana
–¿La conocías? ¿Puede ser un Daiquiri de frutilla? –fue la doble pregunta repartida de Lore.
Y mientras todos estaban con sus líquidos de colores en sus manos, se preparaban para escuchar mis respuestas, pero antes fui yo el que hizo una pregunta.
–¿Dónde está Cris?
Todos giramos las cabezas y lo vimos justo cuando, algo alejado del ruido, cerraba su celular y totalmente pálido, ajeno a todo y algo perdido nos decía que lo acababan de llamar para decirle que su papá se había descompuesto y que…
Los ojos llenos de lágrimas de Cris nos dieron de lleno con el desenlace.
Agarramos los abrigos y nos repartimos en dos taxis hacia… ¿hacia dónde?
Cris quiso ir solo a la casa de los padres y no hubo manera de que nos permitiera acompañarlo.
Nos quejamos al principio, pero tampoco era momento de tensiones, por lo que aceptamos su decisión y nos fuimos para mi depto. Él ya nos llamaría cuando nos tuviese que llamar.

Ana y Vero prepararon grandes tazas de café mientras nosotros rompíamos el silencio con miradas, porque no sabíamos mucho qué decir. Fue Sergio el que le encontró cierta explicación a la actitud de Cris.
–Cuentas pendientes con el viejo. En estos casos pareciera que el balance siempre da faltas.
–Sentir que quedan faltas justo después de una verdadera ausencia es lo que suele pasar –reflexionó Lore.
–¡Qué cagada! –suspiró Sebas.
–A nosotros no nos queda más que esperar el llamado de Cris y acompañarlo, no sólo como podamos, sino de la manera que el quiera.

Nos llegó cerca del mediodía el mensaje con la dirección del velatorio y la ceremonia para la seis de la tarde.
Teníamos tiempo hasta esa hora para prepararnos y arreglarnos, aunque…
¿Podemos realmente estar preparados y arreglados cuando llega el amor?
¿Podemos realmente estar preparados y arreglados cuando llega la muerte?

lunes, 25 de julio de 2011

241. ¿vos qué harías si te encontraras con…?

El miércoles nos juntamos en lo de Sergio con la simple excusa del Día del Amigo.
Sería la 1 a.m. cuando con Sebas compartimos el taxi de regreso y una pequeña conversación…
–No seas tan duro con Cris –me lanzó Sebas a modo de reto tenue.
–¿Vos te diste cuenta que estuvo toda la noche perdido en la pantalla de su celular? –protesté yo con vehemencia.
–Se enamoró, está sintiendo ago que hace rato no sentía, y quizás no lo puede manejar ni detener, y…
–Hay códigos. La amistad no se deja de lado por una mina.
–Para él no es una mina. Es su posible “amor de su vida”. Y vos… vos…
–¿Yo qué?
–No tendrías que ponerte tan tontamente celoso. Cris es tu amigo, es nuestro amigo, y nadie rompe ni quiebra la amistad por un amor. Además… ¿Vos qué harías si te encontraras con el amor de tu vida?
Lo que quedaba de viaje fue hecho en silencio.

Cuando entré al depto dejé las luces apagadas y me tiré en el sillón, totalmente desvelado, acompañado por la nada misma, y mis pensamientos nocturnos rebotando entre las paredes.
“¿Vos qué harías si te encontraras con el amor de tu vida?”
La pregunta de Sebas volvía una y otra vez y me obligaba a respuestas demasiados profundas que combatí hasta quedarme profundamente dormido.


Sábado a la noche.
La barra en pleno degustando unas carnes parrilleras y unos vinos de calidad en un escondido restaurante de Palermo Hollywood al que nos guió Andrés, el novio de Lorena.
Ah, porque estábamos todos… pero todos!!!
Pablito fue con mi hermana Ana, Sebas con Vero, también vinieron Pato y Pamela, y también Cris con Camila.
Los únicos sin parejas a la vista eran Sergio (por decisión propia) y yo (por decisión de los malditos astros).
La pasamos bien, pero llegó un momento en que me sentí incómodo.
Alguien propuso ir a bailar y yo lo que quería era acomodarme sobre una banqueta alta, hacerme amigo del barman, y emborrachar mi corazón.


Y mientras las pistas sacaban chispas, yo estaba acodado terminando mi segunda margarita cuando me llamó la atención una cabellera rojiza y salvaje que portaba una chica de curvas que mi mente creyó reconocer…
Estaba a unos tres metros de ella y su cara me parecía conocida.
Traté de concentrarme y revolví mentalmente el baúl de los recuerdos, hasta que pasó con su trago por detrás de mí en dirección a la pista y…
–Disculpame… ¿sos Karen?
–¿Gastón? –dijo abriendo los ojos de color indefinido–. ¿Gastón? No lo puedo creer…
Y nos fundimos en un abrazo lleno de alegría desbordante, exagerada y genuina.


“¿Vos qué harías si te encontraras con el amor de tu vida?”
No lo sé, pero quizás me esté por enterar…

domingo, 17 de julio de 2011

240. reflexiones amorosas de dos solteros en un mismo sillón

Sábado on the night.
Sergio vino al depto a ver el partido en el que Argentina quedó eliminada en pies uruguayos, pero esa fue sólo una excusa, porque el tema central era otro desde hacía unos días…
–El amor de su vida… ¬¬–pensó en voz alta, tratando de acomodar la idea en el interior de su calvicie por elección.
–Sí, al principio creí que se trataba de una cámara oculta. Pero lo que tenía Cris escondido era esta historia con esa Camila.
–¿”Esa” Camila? Gastón, no me vas a decir que estás celoso de que “te robaron” a tu amigo…
–No, al contrario, me pone contento por Cris, pero… No entiendo cómo nunca antes nos dijo nada sobre ella.

Y es verdad.
No sólo nunca le había hablado a ninguno de nosotros sobre su “great love”, sino que después de aquel encuentro, perdimos contacto con él.
–Bueno, tiene cierta lógica… –reflexioné mientras agarraba el último quesito y abría otra cerveza mexicana–. Si después de más de una década yo me reencontrase con alguien así, ni siquiera me tomaría un descanso para mirar un partido de fútbol.
–Igual para lo que hay que ver…

Sergio nunca se interesó por encontrar un amor, y mucho menos un amor con mayúsculas, insomnio y cosquilleos.
Por mi parte creo haberme enamorado varias veces, pero no recuerdo haber catalogado a alguien así en mis últimas siete vidas.
Y aunque tenemos bastante cultura alcohólica (salvo Lorena y su agua saborizada), con Sergio nos sentíamos mareados ante esta invasión amorosa en pleno invierno que, creíamos, estaba deshojando de alguna manera al grupo.

–Pero escuchame una cosa, ¿cómo te das cuenta cuando estás frente a ese amor eterno?
–No sé… Pero te das cuenta… O por lo menos así le pasó a Pablito con mi hermana Ana, a Sebas con mi prima Vero, a…
–A vos también te pasó alguna vez –me lanzó Sergio estudiando mi reacción–, con Fernanda, con Laura, con…
–No… Bueno, quizás un poco… Pero no… Con Fer convivimos y fue importante en su momento con su presencia. Lo contrario que pasó con Laura que lo fue en su ausencia. De todas maneras el sufrir por amor no es compatible a que sea el más importante. Supongo que simplemente me agarró en un momento de aguda (y grave) debilidad. Pero, por ejemplo, hoy creo que sería capaz de reconocer a una mujer que pueda convertirse en “el amor de mi vida”.
–¿Y te gustaría que te pase eso?
–No me presiones, pero… ¿por qué no?

jueves, 7 de julio de 2011

239. el pasado nunca muere

Flopy se tomó esa misma noche el micro que la llevaría hacia sus sierras cordobesas y donde empezaría una nueva vida sin tener a su lado al boludo de su novio.
No tuve que alcanzarla a Retiro por lo que la despedida fue rápida e indolora, sin teléfonos, sin direcciones, sin corazones prestados que no te lo devuelven en malas condiciones.
–Qué extraño, porque vos siempre “te enamorás” –me dijo Cristian mientras compartíamos unos mates durante el finde.
–No es tan así. Creo en el sexo sin amor, pero no por eso dejo de poner el corazón en momentos así. Y a veces en ese ida y vuelta, algo se rompe… Sigo hablando del corazón.
Cristian lanzó una carcajada que lo hizo ahogarse con el mate. Cuando logró recuperarse me dijo:
–Yo ya no creo en el amor… Y en cualquier momento dejo de creer en el sexo también.
–Sin embargo existe…

Cristian es un tipo inteligente, bien parecido, muy buen tipo, sin embargo algo sucede que no logra concretar. No tiene suerte con las mujeres.
–¿Vos cómo hacés?
–Yo no hago nada, Cris. No sé, simplemente sucede…
–¡Pero no sos Brad Pitt!
–Eso lo tengo muy en claro cada mañana que me miro al espejo y cuando voy al banco y no tengo un peso partido al medio.
–La verdad es que tengo ganas de conocer y estar con alguien.
–No busques a nadie y la vas a encontrar. Por algo el mundo es redondo y no deja de girar.


Los giros, esos mismos giros que, cada un impar de horas, nos hacen pasar del día a la noche y viceversa, hizo que el lunes tenga que ir a hacer unas cosas por La Plata y sus inmortales diagonales.
Córdoba, Rosario, y La Plata alberga, por un misterio similar al del “Triángulo de Las Bermudas”, a las mujeres más lindas. Esa es la razón, además de su auto, por la que enganché a Cris para que me acompañe hacia aquellos lados.
Mi idea era despejarle un poco la cabeza y que vista sus ojos de nuevos paisajes que le suman las bellas mujeres sudamericanas que andan estos días por la zona como consecuencia de la Copa América, sin embargo…

Era un poco más del mediodía y paramos en una parrilla antes de pegar la vuelta. Estaba fresco pero al solcito se podía soportar, sin embargo el que pudo entrar en calor rápido fue Cris, y no por la bondiola que pidió, sino porque…
–Disculpame, ¿vos sos Cristian?
Cris y yo nos dimos vuelta para ver quién era la persona que preguntaba por él y nos encontramos con una chica muy linda como lo indican las estadísticas de la ciudad.
–¿Camila? ¿Sos Camila? No lo puedo creer… –dijo Cris al mismo tiempo que se paraba y tiraba algunas cosas de la mesa con su conocida torpeza.
Mientras acomodaba la mesa observé como se fundían en un abrazo y se miraban sin poder creer el encuentro.
Cuando por fin se acordó Cris de mi existencia, nos presentó:
–Él es Gastón, mi mejor amigo. Ella es Camila, el amor de mi vida.