lunes, 11 de febrero de 2013

262. mi pasado me condena

La tardecita pasaba en cámara lenta. Las risas de las mujeres chocaban con eco en cada pared del depto y no dejaban escaparme por la puerta ni saltar por la ventana.

Hace tiempo que quiero hacer las cosas bien, y a veces siento que esas buenas intenciones se me escapan entre los dedos… o se hacen amiga de mi novia.

Fui a la cocina a abrir una botella espumante y a lanzar un S.O.S. para que se reúna con urgencia la barra en casa, pero encontré el sacacorchos y no mi celu.
Cuando regreso con la media botella en la mano, Fernanda me hace partícipe de la tortura en continuado:
—¡Viene Paul a cenar con nosotros! —me dice con una sonrisa incomprensible.
—Conozco a un solo Paul, y está disfrutando de sus millones y de su familia idiota, por lo que no creo que venga para acá —contesté haciendo una clara referencia futbolística-mental.
—Paul es el novio de Flor, y lo acaba de llamar para decirle y aceptó.
—¡Salud! —dije mientras me tomaba la otra mitad que quedaba en el interior de la botella.
Mientras Flor se reía maliciosamente, Fernanda me miraba sin comprender.
—No te preocupes, amor, ahora voy a comprar combustible para que pasemos una linda velada —y salí de ese encierro para ganar un poco de tiempo y respirar.

Antes de salir a la calle, paré en el 2º piso y toque el timbre en el depto B.
—Tenés que salvarme —le exigí e imploré a mi amigo Sebas apenas abrió la puerta.
Le expliqué sobre la interesante obra que se estaba desarrollando en casa, y Sebas, después de pensar durante siete minutos (lo que lleva de tiempo un cigarrillo bien fumado) lanzó su teoría:
—No tenés nada por lo cual preocuparte. Flor está jugando con vos, pero en ese juego no le interesa que Fernanda se entere de lo de ustedes, como que tampoco lo haga su novio. Por lo tanto divertite, sé vos mismo, y nada malo va a pasar. Igual sabés que, cualquier cosa, tenés mi sillón disponible.


Volví al depto con todo lo necesario para la picada compartida y con el alivio en mi rostro. Tenía razón Sebas, se trataba de un juego en el cual la idea es que nadie saliera perjudicado, principalmente yo.
Por eso mismo fui el anfitrión de siempre, haciendo sentir cómoda a la invitada de luxe. Hasta que los golpes en la puerta anunciaban la llegada del otro invitado a esta noche especial, y con esos pasos me dirigí a la puerta y abrí a recibir y conocer a Paul, el novio de Flor.
—¿Gastón? ¿Vos sos Gastón? —me preguntó un muchacho de pelo corto, rubio, y espalda de rugbier.
—Y vos debés ser Paul, el novio de Flor, ¿no?
—Sí, ¿no te acordás de mí?
—Hmmm…
—Soy Paul, el novio de Flor, y el ex de Lara. Ex porque fue en lo que me transformé después de que te encontrara en la cama con ella.
—Interesante anécdota que espero sepas olvidar apenas entres a mi humilde morada.
—No lo creo —me dijo mientras estrechaba mi mano y sentía el ruido de unos dedos rotos.

viernes, 8 de febrero de 2013

261. arde la ciudad

Estos días de calor, pero de calor de verdad, son insportables. Andar por la vida con 41º de térmica sobre los hombros es inhumano, y es cuando, levantando la vista al cielo sin una sola nube, me pregunto si Dios usa aire acondicionado.
Yo no!
Por eso cuando pego al vuelta del trabajo y voy llegando a casa, casi que me voy desvistiendo en el ascensor. Voy a la heladera, me hidrato mientras vuela la camisa, el pantalón, los zapatos, y busco un poco de aire desde el balcón del séptimo piso. Es un placer que dura siete segundos, ya que después me meto al baño a ducharme, y ahí sí, ya fresco puedo continuar con mi vida.
Pero el continuar con mi vida trae sorpresas, y una tiene que ver con el calor en la ciudad y las lagartijas. Y con lagartija me refiero, por ejemplo, a Fernanda, que llega temprano y se va a la terraza del edificio a tirarse bajo el astro rey.

Resulta que el otro día aparece muy contenta, no sólo por estos días de sol que ella disfruta, sino porque en la terraza se hizo amiga de una mina re copada, según sus palabras, y comparten parte de la tardecita.
—Te juro que no entiendo las personas que pueden disfrutar de estar bajo el sol sin una pileta cerca, sin un asado cocinándose, sin un mar de olas indecisas. Pero bueno, si encontraste a una loca que le gusta el sol de la ciudad, hacela socia de tu cálido club.
—No es para tanto —me dijo Fer en plan mimoso—. Además, vos disfrutás de este cuerpo bronceadito, no?
—Cuando ese color caribeño se va, también lo disfruto —respondí mientras intentaba darle otra forma de calor, más humana.
—No, basta, me voy a duchar que en media hora tenemos visitas.
—¿Vienen los chicos? —pregunté mientras me iba con una copa de vino blanco a sentarme en el balcón.
—No —me gritó Fer ya entrando a ducharse—. Invité a esta chica que te conté. Me hace divertir mucho con sus anécdotas. A vos te va a caer bien.
—¿Entonces me tengo que vestir?
—Sí nene. Ponete algo que ya debe estar por ven…
Su frase quedó interrumpida por el timbre sostenido que comenzó a sonar.
—Ay, ahí llegó. Andá a abrirle y servile algo, yo me pego un baño rápido y me uno a ustedes.

Protestando un poco mientras me ponía una bermuda, fui hasta la puerta y…
—¡Hola vecino! ¿Acá es lo de Fernanda?
—¿Flor? ¿Qué hacés acá? ¿Te volviste loca?
—No, tomando sol nos hicimos amigas con tu novia y acá estoy, “conociéndote por primera vez” —dijo mientras me daba un beso que rozó la comisura de mis labios, y se hacía dueña de mi copa de vino.


(sentí que me bajaba la presión y para colmo afuera no corría una gota de aire fresco…)

miércoles, 23 de enero de 2013

260. libro abierto

—Más allá de alguna u otra aventura, ya no escribís historias como antes.
—¿Esa es una crítica literaria? —pregunté irónicamente.
—No, eso es extrañarte…


Esta mini conversación se dio entre Natalia y yo, después de reencontrarla en una esquina cualquiera. Con ella estuvimos juntos sin formalidades pero en todas sus formas, y alguna vez me confesó ser una gran lectora de mis escritos.
Nati tiene en su casa una biblioteca de selección. Y más allá de las noches de súper acción, también tuvimos nuestras noches de tertulias sobre obras y autores de diversos. Y un clásico fascinante era leer un capítulo de Rayuela al azar para después ir saltando a la cama.

Siempre hablaba de mi musa sexual, diciéndome que era el sexo mi motor de escritura, y que a ella le encantaba inspirarme.
Y yo discutía que no era así, aunque de todas maneras disfrutaba de su… “inspiración”.

La cuestión es que nos reencontramos y nos fuimos a tomar algo fresco a un bar, y ahí fue cuando se dio ese pequeño diálogo.
—¿Me extrañás en qué sentido?
—La cama que teníamos era muy buena, pero te juro que no encontré a ningún otro tipo con los cuales poder charlar sobre “Madame Bovary y las putas de nuestro siglo”, o “Los poetas trágicos para el bien de la humanidad”, o “El joven Werther y la mierda del amor”, etc.
No podía dejar de reírme de los títulos que poníamos a nuestros intercambios literarios durante esos fines de semana de almas desnudas… y cuerpos ídem.
—Será que algunos deben considerar un atentado a las buenas costumbres el ponerse a hablar sobre libros de tapas duras estando vos con ese lomo.
Natalia se rió y recordé la verdad sobre la (son)risa de la mujer que puede enamorarme perdidamente más allá del tamaño de sus corpiños.

Continuamos hablando hasta tarde sobre todo un poco, aunque siempre girando sobre el mismo eje, hasta que Nati me preguntó:
—¿No tenés ganas de venir a casa a recorrer mi biblioteca?
—No sé… Es que…
—Tengo un “fascículo” que sé que vas a disfrutar de releer…


(y bue, toda sea por mi pasión lectora… y la bendita inspiración!!!)

lunes, 14 de enero de 2013

259. la noche se acaba

Después de muchas idas y vueltas Fernanda y yo volvimos a estar juntos, pero es como si nunca hubiésemos dejado de estarlo, pese a ciertas distancias y ciertos ríos que pasaron por debajo de los puentes… o nuestras piernas.

Nunca fui celoso a pesar de la característica de los taurinos. Y aunque eso puede ser tomado como algo positivo, no sé como hace ella para tomar a mal que no me importe el pasado de su pasado.

En la madrugada del sábado, llegó un mensaje a mi celu que decía: “Desvelada, te pienso con mi mano…”.
Lo leí dormido, y lo volví a dejar, igual de dormido, en el suelo, después de errarle a la mesita de luz.
—¿Quién era? —me preguntó Fernanda sobresaltada.
—Marcela —le contesté mientras intentaba continuar con mi sueño interrumpido.
—¿Qué Marcela?
—Agachate y conocela.
(quiero aclarar que esta respuesta tan rápida como obvia la dije en pleno estado de inconsciencia, sin tomar consciencia de que Fer ya estaba sentada en la cama con ganas de saber, de enterarse, de más)

Bostecé, me estiré, me levanté para ir al baño y antes de salir de la habitación le alcancé el celu. No tenía nada que esconder. Era una chica que conocí en la época que no estaba con ella, pero Fernanda no lo entendía y estaba dispuesta a una guerra nocturna, y no de las que a mí me gustan.
Volví con una botellita de agua y dispuesto a enfrentar la situación. Por estar el celular a los pies de la cama, di por descontado que había leído el mensaje que me habían mandando.
—¿De qué se me acusa? —pregunté para comenzar con el circo juicioso.
—¿Cómo puede ser que te manden ese tipo de mensajes a esta hora?
—Se ve que no pudo tocarse durante el día.
—Gastón, te estoy hablando en serio. Acaso no sabe que estás de novia.
—No sabía que tenía que publicar un comunicado en el diario.
—Sos un boludo —me dijo después de sonreír pero queriendo continuar con la seriedad del caso.
—Fer, mi amor, debe haber un montón de tipos allá afuera en el baño o ensuciando sábanas pensando en vos. La diferencia es que ellos no tienen tu número para avisarte.
—¿Te parece? ¿Vos creés que genero eso en los hombres?
—Cuando camino con vos por la calle tengo que ir esquivando erecciones ajenas —le dije besándole la sonrisa y proponiéndole que aprovechemos la ocasión y “acabemos” con el tema.


Cuando comenzó a amanecer, agradecí haber traído la botellita de agua a la habitación. Se la alcancé y entre los dos la terminamos… cómo un rato antes habíamos hecho entre nosotros.

jueves, 10 de enero de 2013

258. pequeño respiro

Demasiado calor para trabajar, para escribir, para dormir, y hasta para andar desnudo por la vida. Sin embargo no queda otra…

Y por suerte la heladera siempre invita con algo fresco y el balcón es ideal desde su séptimo piso para sentir esa brisa que se lleva el humo de un cigarrillo y dejar que los pensamientos, los recuerdos y la imaginación se mezclen y vuelen libremente.
Alguna vez me dijeron que mi lugar en el mundo era una cama, pero la realidad es que este balcón puede ser el lugar exacto donde encuentro la paz por la que muchos son capaces de desatar una guerra.
Me encanta sentir los buenos aires de mi Buenos Aires querido desde esta altura. Además muchas veces este lugar fue testigo directo de charlas demasiado interesantes, de risas contagiosas, de lágrimas suicidas, de soledad acompañada, de borracheras crueles, de primeros besos, de secretos compartidos, de amores fugaces, de partidas sin regresos, de decisiones urgentes, de soles mañaneros, de rituales pasionales, etc.

Y en esta noche de brisas que acarician, junto a una copa de vino espumante y con Regina Spektor sonando de fondo, siento que me siento feliz.


Quizás sea por todo lo anterior, o por Fernanda que sale al balcón en ropa interior, moja los labios en mi copa y me da un beso que puede dejar ebrio al más abstemio de la región, invitándome a salir del balcón y entrar en ella… una vez más.

domingo, 6 de enero de 2013

257. nuevos juegos

Si hay algo que envidio de las mujeres, más allá de sus pechos tan a mano, es esa agenda cerebral que llevan sobre sus hombros.
Entiendo que era una fecha fácil por los pocos días que llevamos usando este 2013, pero no había tenido en cuenta la presencia de aquellos magos de Oriente y la tradición occidental de continuar haciendo regalos como si los aguinaldos fueran realmente milagrosos.
La llamé a mi hermana Ana para interiorizarme sobre lo que le había pedido mi amada sobrina Tami a los Reyes. Después de escuchar el listado me di cuenta de lo alejado que estoy de ser uno de esos reyes.

Como Fer iba a pasar la tarde en la peluquería (?) salí sin rumbo en busca de algún objeto preciado que se pueda envolver para regalar. Así aterricé en Parque Rivadavia y me sumergí en esa caminata entre libros viejos, nuevos, y un poco más económicos.
Compré algunos para regalar y otros para mí, pero para Tami no encontraba nada, hasta que decidí preguntarle a una joven madre con tenía dos hijos que rondaban la edad de Tami.
—¿Con qué andan locos los chicos de hoy? —pregunté para tomar nota y guiarme un poco.
—Con las drogas —me contestó, quizás un poco acertada.
Le aclaré hacia dónde apuntaba con mi pregunta, y fue ahí que me nombró algo llamado “Angry Birds”. Mi cara de no saber a qué se refería fue tan expresiva que sin necesidad de repreguntar, ella me explicó que se trata de un juego de unos pajaritos que tienen que derribar a unos chanchitos.
La historia no me convenció pero sí el diminutivo de los animales, por lo que fui en busca de esos extraños bichos virtuales.
A la tardecita pegué el regreso con una colección de cuatro de esos juegos y me quedé tranquilo con el deber cumplido.


Ya en el depto cometí el imperdonable pecado de no notar ¿el corte? ¿color? ¿peinado? ¿look total? el cambio que le habían hecho a Fernanda en la peluquería, por lo que se fastidió y esa noche estuve algo castigado.
Desvelado y sabiendo que no iba a encontrar mi regalito junto a los zapatos que dejé sobre la cama, me levanté a tomar algo y me fui al balcón a disfrutar de la brisa que volaba a mi altura.
El silencio siempre es placentero y el placer siempre me llama, por lo que sin hacer demasiado ruido encendí la compu, abrí el regalo de Tami, y me puse a investigar de qué se trata esos juegos del que todo el mundo parece hablar y yo desconocer. Los instalé y me puse a jugar…


(comenzó a amanecer y estoy pensando en qué puedo regalarle a mi sobrinita para yo poder quedarme con estos “Angry Birds”)

viernes, 4 de enero de 2013

256. el mismo amor, la misma lluvia

Un año que comienza y tiene el viernes tan cerca, no puede ser jamás malo. Sin embargo esta mini semana laboral fue demoledora, quizás porque hubo mucho por hacer, o porque todavía cuesta más abandonar ciertas resacas.
La cuestión es que el viernes ya está acá y haciendo el camino de regreso y con el nudo de la corbata a media asta, me preparé mentalmente para descansar en forma continuada hasta que suene la alarma de mi estómago. Sin embargo, otra clase de alarma sonó cuando abrí la puerta del depto y me encontré con Fernanda y esa carita de no sé qué pero que es mi debilidad (al igual que sus curvas, sus sonrisas, y demás acciones culinarias)
—¿Cómo estás? —me preguntó sin darme tiempo a respuesta alguna a causa de su “te extrañaba” y ese beso eterno y apasionado.
Cuando por fin logré respirar, me hice el duro y le dije que venía cansado y que quería pegarme una ducha.
—¿Te puedo acompañar?
Mi respuesta fue un sí mojado.


Estábamos saliendo de la ducha, se podría decir que ya casi reconciliados, cuando sonó el timbre. No le di demasiada bolilla y continué con mi camino hacia la habitación. Fer quería tomar algo, y fue hasta la cocina a traer dos copas del champagne que todavía quedaba. Y mientras yo la esperaba tirado en la cama, sonó el timbre…
Puedo asegurar que cuando tomé consciencia de qué seguramente era Flor la que estaba tocando el timbre hoy viernes y a esta hora, mi alma salió por la ventana sin intención de volar.

Salté de la cama y corrí con mi desnudez a detener a Fernanda y a convencerla de que no valía la pena recibir visitas a esta hora cuando ella y yo estábamos por…
Pero Fernanda ya estaba a medio metro de la puerta, y nada podía detenerla de realizar la acción de dar una bienvenida a quien fuese que estaba del otro lado, mientras que yo realizaba la acción mental de veinte Padrenuestros esperando el milagro y puteando a Sebas por haberme presentado a alguien que está delicada y peligrosamente a sólo tres pisos de distancia.
Y precisamente… era Sebas!!!
Nunca me dio tanta alegría de verlo. Y él se dio cuenta por el abrazo que le di estando desnudo.
—Vine a saludarte y desearte un muy lindo comienzo de año, aunque ya veo que estabas en eso —le dijo a Fernanda.
­­—Gracias —contestó ella sorprendida, y lo invitó a quedarse a tomar algo.
—No, ya me voy chicos. Disfruten de esta noche lluviosa —nos saludó desde la puerta.
—Cuando desconectemos el timbre lo haremos.
—No te hagas el boludo que acabo de salvarte la vida. Desvié a Flor que venía directamente para acá, y te imaginás qué hubiese pasado si en vez de abrirme a mí, Fernanda le abría la puerta a ella, no?
—¿Una fiesta?
La carcajada de Sebas se escuchó en todo el edificio.

La lluvia caía con fuerza sobre la ciudad, y Fernanda y yo nos reconciliábamos con la misma húmeda intensidad.

miércoles, 2 de enero de 2013

255. flor de vecina

Año nuevo y despertar en una cama distinta y la habitación oscura y el mareo eterno y el golpe contra la mesita de luz y el intentar no hacer ruido para no despertar a…
Como pude agarré el pantalón, la camisa, y bajé por las escaleras los tres pisos que me separaban de mi nueva vecina. Agradecí que nadie me viera semidesnudo (aunque no sería ninguna novedad) y también agradecí el entrar al depto y que no haya nadie arrojándome platos ni ningún otro objeto volador identificado.
Pasé por el baño, la imagen en el espejo me deseó un feliz año nuevo, y seguí camino hacia mi habitación que lucía demasiado vacía.
No tuve tiempo de analizar demasiado ya que venía de noches festivas desde hace una semana y de tener una noche intensa, pero me resultaba evidente que faltaba ropa en el lugar, y no precisamente mía.
¿Se habrá ido realmente Fernanda?

Ya alguna vez también se fue y ya también alguna vez regresó para volver a irse y poder regresar para irse una vez más.
Evidentemente tuvimos nuestras idas y vueltas pero esta ida parece no tener vuelta, sobre todo porque su cepillo de dientes tampoco está.


Hoy desperté demasiado bien después de un sueño profundo y casi eterno.
Me duché, agarré los papeles burocráticos que necesito tener de lunes a viernes, y me fui para el trabajo.
Ya en la oficina y con una veintena de tazas de café acompañándome, me fue imposible no pensar en Fernanda. Después de todo es mi novia formal, legal y única. Y aunque muchas veces fue mi ex, realmente creí que esta vez ya no lo volvería a ser. Sin embargo el deja vú no me abandona… y ella parece que sí.

Las horas de trabajo fueron pasando en cámara lenta, y como el celular lo dejé olvidado (espero que) en mi depto, no recibí ningún mensaje de los chicos, pero tampoco de Fer.
Finalmente las horas reglamentarias se cumplieron y apuré el paso de regreso a casa.
Abrí la puerta y seguía el lugar vació de ella.
Desajusté el nudo laboral y abrí la heladera para tomar algo. Todavía quedaba una botella de champagne que me habían regalado en el trabajo, y cuando me serví mi copa, llamaron a la puerta. Adiviné que era el regreso de Fer, por lo que fui a abrir la puerta con una sonrisa y dos copas de champagne en las manos.
—Te dejaste el celu en casa y vine a traértelo, querido vecinito —me dijo Flor mientras entraba, agarraba una de las copas llenas y la vaciaba (casi) de un trago.
Las burbujas se fueron acabando mientras la botella iba quedándose desnuda… y ella también!

martes, 1 de enero de 2013

254. un nuevo amanecer

—¡Andate a la puta que te parió!
—A esta hora no hay taxis…
—¡Pelotudo!
—¿En qué sentido?

Es lo último que recuerdo del viejo año o quizás lo primero de este nuevo año.
La de los insultos llenos de poesía es Fernanda, y yo soy… Gastón, el de (casi) siempre.

Pasó más de un año desde aquel final lleno de pajaritos revoloteando, latidos con buen ritmo, y colores variados. Y aunque ese estado duró lo suficiente como para empezar a creer en las ilusiones ópticas, en algún momento no establecido la magia se acaba, como diría Harry Potter.
El 2012, en lo personal, estaba terminando bastante bien para mi buen gusto.
El depto en orden, no me estaba metiendo en demasiados problemas, un cambio de laburo estratégico y necesario, y Fernanda a mi lado y también arriba y abajo.
Pero algo se fue desgastando en estos tiempos, y no me refiero sólo al colchón, sino a algo en la convivencia. Fernanda comenzó a mostrarse con un humor de perro malhumorado. Y no sólo por la mañana al despertar, sino full-time. Y más allá de que tiene un culo hermoso, no era nada agradable verlo dibujado en su cara todo el tiempo.
Las causas nunca las supe, pero sí las consecuencias.
En algún momento me cansé, y viendo que Papá Noel no me había traído lo que le pedí (¿qué mierda le cuesta darme los próximos 6 números del Quini ganador?), lancé al aire mi moneda de la no-fortuna y al mismo tiempo la ingeniosa frase: “Este fin de año es mejor que la pasemos separados así continuamos juntos, porque si la pasamos juntos terminamos separados”.
Eso trajo discusiones, sentencias, y el simpático diálogo que escribí al principio que se dio a las nueve y media de la noche del 31 de diciembre del todavía 2012.
Y mientras Fernanda abría la puerta del placard y comenzaba a sacar su ropa, yo lograba el milagro de conseguir un taxi que estaba haciendo su último recorrido justo para el lado al que me pensaba dirigir… a la casa de Sergio.


Llegar a la casa de mi querido amigo Sergio como cada fin de año y encontrarme con esas fiestas (des)organizadas y sobre todo con el resto de mis amados amigos, me hizo sentir nuevamente los buenos aires de mi Buenos Aires querido.
Las botellas y sus corchos voladores, las copas que se vaciaban, los saludos con sonrisas, la pileta llena, la mente nublada, y ese vestido diminuto que se acerca y me pregunta si soy Gastón.
—Hmmm… Según lo que quieras de él.
—Todo.
—Mi alma ya la vendí hace un tiempo.
—Entonces dame tu…
No sé si es que no escuché bien lo que dijo, o fue Sebas que apareció, interrumpió, y nos presentó con cierta formalidad y apuro:
—Veo que ya se están conociendo, como corresponde entre buenos vecinos.
—¿Buenos vecinos? ¿De qué hablás? —pregunté sin entender a qué se refería.
—Se llama Flor, se mudó hace dos semanas al piso 10 de nuestro edificio, y es una invitada de lujo.
—El lujo es vulgaridad —dijo, y me conquistó.

La última cuenta regresiva del año comenzó, el 2013 se presentó entre gritos alocados, zambullidas a la pileta, botellas vacías, música acorde, y un “flor” de beso que me dejó de cama… y en su cama.

jueves, 27 de octubre de 2011

253. hasta luego…

Pasó un tiempo desde que hablé con mi corazón mientras mi boca la besaba a Fernanda.
Las nuevas mañanas en que el sol entra por la ventana y nos descubre acariciándonos son muy parecidas a las noches en que la Luna nos regala su reflejo.
La soledad fue echada a patadas por la buena compañía y mi cepillo de dientes azul comparte el baño con uno verde claro provocando la sonrisa al natural frente al espejo.

Un viejo sabio, de esos que se encuentran en los bares camuflados entre el humo del cigarrillo y del café, me dijo una vez: “Muchas veces necesitamos caernos para aprender a levantarnos”.
Siento que a causa de tantas caídas y tropezones mortales, ya soy todo un especialista en levantarme. Pero ahora quiero mantener el paso firme y seguro avanzando hacia donde debo (y quiero) ir.

Y más allá del amor recuperado y renovado junto a Fernanda, están mis queridos y amados amigos.
Cada uno de ellos siendo y haciendo de mí, lo que en gran parte soy.
Mis hermanos de selección como gran regalo de la vida.

Y la escritura…
Esta escritura no tan a diaria pero con el alma volando cada día y cada noche para entregarme por completo a las letras por escrito para quien guste de ellas, y para intenso placer mío.


Hoy, después de casi tres años de “Mi vida a diario”, hago una pausa intensiva y extensiva de la misma.
Aquel primero de enero del 2009 necesitaba contar demasiadas cosas de las que me venían sucediendo.
Mis amigos me alentaron a hacerlas por escrito, y algunas mujeres a abusar de juegos literarios… entre otros juegos también divertidos.

Les quiero agradecer absolutamente a todos aquellos lectores que participando de manera activa o simplemente leyendo, los que me estuvieron acompañando desde un principio, los que se sumaron en alguna estación a mitad de camino, con aquellos que compartí (y comparto) charlas prolongadas vía mail, y también a aquellos seres elegidos con quien hubo extensiones de otras vías en un mundo más terrenal.

Me despido de este blog que me dio tantas alegrías, pero como es mi sana costumbre, no lo hago diciendo chau, sino hasta luego…

Gastón

martes, 25 de octubre de 2011

252. la respuesta a todos los enigmas

–¿Vos estás enamorado de mí o me amás?
La miré a Fernanda a los ojos con una intensidad que me pude ver reflejado y algo despeinado, y con una sonrisa que no me acordaba que tenía.
Me acerqué lo suficiente como para que nuestras respiraciones se besaran primero en el aire.
Pasé mi mano por su cintura y atrayéndola hacia mí sujetado a su cadera, le contesté:
–Te amo. Te amo tanto que me sigo enamorando de vos.

jueves, 6 de octubre de 2011

251. la inestabilidad de la primavera

La primavera se encuentra demasiado inestable y se nota en el ambiente humano…
Muchos cambios, muchas puestas en escena, y demasiado histeriquismo se dejan ver por doquier.
Tratando de aislarme a todo ese enjambre, logré refugiarme en la lectura como a mí me gusta.
Fue entonces así que el otro día terminé con “Cumbres Borrascosas” y ahora comencé vertiginosamente con “Ana Karenina”, y cuando ya voy por la página noventa y pico me doy cuenta que las dos tienen su historia de amor impregnada en sus hojas.
¿Acaso todas las historias hablan de amor?
Supongo que sí…
El amor y el desamor es un absoluto que lo domina todo, y no sólo entre las relaciones humanas. Sin embargo estas son las que más pareciera que nos interesan a la mayoría de nosotros…


–También está el amor por el sexo, no? –preguntó en forma de respuesta Pablo cuando hablábamos sobre el tema.
–En tal caso entonces te podés enamorar de ciertas posiciones… –agregó Sergio.
–¿Nunca van a poder separar el sexo del amor, ustedes? –nos retó Fernanda pero sin poder ocultar la sonrisa.
–Según mi teoría –se puso para largar la bomba Sebas– la prueba de fuego para enamorarte o no, es a través del sexo. Si fue bueno, te enamoraste. Si es malo, quizás busques una segunda oportunidad, pero no llegás a la tercera, y mucho menos a enamorarte.
–Tus teorías están falladas… –encendió Lorena la polémica.
–La que está fallada sos vos si te enamoraste de alguien que no te hace gozar en la cama.
El silencio que se produjo después del contragolpe de Sebas, nos hizo pensar que Lore no estaba pasando por un buen momento entre las sábanas…
Sin embargo continuamos con la filosofía casera de la que tanto disfrutamos.
–Yo me enamoré de Camila antes de ir a la cama con ella –protestó con inocencia Cris–. Lo que quizás indica que no es lo mismo enamorarse que sentir amor.
–Obvio que no –continuó Sebas con su clase teórica–. Enamorarse es como una calentura formal. El amor ya es la bendita perdición del ser humano.
Aprovechamos a pensar sobre el tema mientras íbamos por una ronda de algo para tomar.

Fernanda se me acerca y me pregunta qué pensaba de todo esto, ya que andaba tan callado.
–No, en nada en especial –contesté intentando desviar el tema, su mirada, y sobre todo, la pregunta que, de manera inevitable, sabía que me haría… y que me hizo:
–¿Vos estás enamorado de mí o me amás?

domingo, 25 de septiembre de 2011

250. el gimnasio

–Te tengo una propuesta –me disparó Cris apenas abrí la puerta.
–Si es indecente, acordate que me debés una –le contraataqué sólo para divertirme con su cara de desconcierto–. ¿Preparo unos mates o abro alguna botella de algo?
–Hacete unos mates y escuchame… Pero prometeme que vas a aceptar.
–Si me vas a proponer casamiento, te conviene más Sergio.
–No boludo. Es para que vayamos juntos al gimnasio.
–¿Estás loco?
–Ya te anoté.
–¿Estás loco?
–Dale, está bueno…
–¿Estás loco?
–Hay seguramente lindas chicas haciendo movimientos sugestivos y todas transpiradas.
–¿Estás…? ¿Dónde queda el gimnasio?

Entre mates compartidos me contó que su novia Camila le hizo una “crítica constructiva” sobre su leve pancita, y eso despertó la ira de Cris y la pasión por ponerse en forma.
–Y a vos Gastón te vendría bien por si te cruzás de nuevo con el novio de Fernanda.
–Ese no es más mi novio –dijo Fernanda apareciendo con su pelo revuelto de haberse despertado recién.
–Fernanda… No sabía que estabas acá –dijo Cris bastante confundido y mirándome buscando alguna explicación que no le di.
–No pasa nada Cris. Sigan hablando despacito mientras me ducho. Y vos Gastón, no te vendría nada mal hacer “otro” tipo de ejercicios.


Todavía no le encuentro una verdadera explicación lógica a todo esto. Pero la cuestión es que el lunes pasado asistí con Cris y también con Sebas (que fue una sola clase), a poner los engranajes en funcionamiento y a levantar algunos pocos kilos.
El profe, bastante copado me hizo una lista de todo lo que tendría que dejar de comer.
–Me tendría que haber dado esta lista antes de ir al mercado. Ahora todo lo que tengo en la heladera no sirve.

Después de la primera clase me dolían bastante las piernas. De hecho esa noche tuve algunos calambres.
En la segunda clase el dolor paso a los brazos, y por momentos me era imposible estirarlos.
Para la tercera clase ya no sentía nada…
(no sentía las piernas, no sentía los brazos, no sentía nada!!!)

Dicen que el deporte es saludable, pero realmente yo me sentía mucho mejor antes de entrar a ese maldito gimnasio…

jueves, 15 de septiembre de 2011

249. entre pesadillas y otros sueños

Sin que sea del todo necesario, Fernanda se fue quedando y atendiendo las dolencias que se presentaban… y algunas hinchazones también.
Y los mimos siempre son bienvenidos, pero estos son especiales, tienen toda una historia que se sigue escribiendo.
Las noches fueron acompañadas y todo parecía que se iba acomodando de golpe (del golpe que me dieron), sin embargo…

Sin embargo sucedió que de las últimas diez noches, en tres me desperté gritando, y lamentablemente en esto no tuvo nada que ver Fernanda.
Por más empeño que ella le puso a mis cuidados hubo algo que no pudo detener y fueron las pesadillas que sorpresivamente me visitaron.

La primera de ellas fue de muerte… No mía, pero demasiado cercana. De hecho llamé a las 3 de la mañana a mi hermana Ana para saber que Tami estuviese bien.
Pero las dos últimas fueron extrañas porque no recuerdo haber estado soñando con nada, y sin embargo la lucha por despertar se encontraba presente hasta hacerlo en un grito en Do Sostenido.
–¿Estás bien? –me preguntó Fernanda al tiempo que me traía un vaso de agua (?)
–No, pero por lo menos desperté –dije mientras seguía escuchando el eco de mis latidos desbordantes.
–¿Qué soñaste esta vez? –quiso saber ella.
–No lo sé… No tengo ninguna imagen en la mente de haber estado soñando algo feo.
–¿Y porqué gritabas entonces?
–Era Haloween y estaba disfrazado de Tarzán –le contesté ya fastidioso por sus preguntontas pero preocupado por esta seguidilla de bruscos despertares.

La intención de Fernanda no era molestarme, precisamente, y por eso se quedó conversando conmigo de diversos temas que me alejaran de los sueños indeseados.
Después de media hora de charla y risas finalmente el sueño se fue por completo y lo que llegó fue la mejor excusa para darle la bienvenida al insomnio compartido…


Se escucharon nuevos gritos en la madrugada, pero estos no tenían nada de pesadillas, al contrario…

sábado, 10 de septiembre de 2011

248. despertar de golpe

Algo me despertó.
No sé si fue un ruido, si fue el sol en la cara, o la hora en que, por alguna razón, debía despertarme.
Me incorporé en la cama sin recordar exactamente cómo había llegado hasta ahí.
Como suelo hacer en esos casos, miré a mi alrededor en busca de alguna huella, de algún indicio que me indicara lo que sea.
La habitación era la mía lo cual era positivo. No veía ropa de mujer en el suelo, lo que indicaba que dormí solo… o la dejó en el sillón.
Antes de hacer cualquier otra cosa, me quedé en la cama e intenté traer a mi mente imágenes de la fiesta en lo de Beto.

Me acuerdo haber llegado con Sebas. La posibilidad cierta de que estuviese también Fernanda en la fiesta. La entrada con ganas de irme. La presencia salvadora del resto de la barra. El alivio de que me dijeran que Fernanda no se encontraba en el lugar. La cantidad de alcohol que había y que se tomó. Las risas de siempre. El baile inesperado. Algunas fotos prohibidas. La puerta que se abre. Una copa rota. La sonrisa de Fernanda. El idiota acompañando. Un cigarrillo convidado. El saludo obligado. Su voz diciendo: “¿otra vez fumando? tendrías que dejarlo”, y yo respondiendo: “¿otra vez con tu novio? tendrías que dejarlo”.
El darme cuenta que mis pensamientos estaban hablando en voz alta.
El darme cuenta que los oídos de los demás estaban atentos.
El darme cuenta que el idiota era celoso e impulsivo.
El darme cuenta que su puño fue más rápido que mi reacción.
El darme cuenta que eso fue lo último que recuerdo de la fiesta de Beto que supongo resultó bastante divertida.

Me voy a levantar de la cama pero la cabeza me duele en una mezcla exacta de resaca y del golpe. Sin embargo quiero hacerlo no sólo para ir a ver a Sebas y preguntarle qué pasó, sino porque también tengo que ir al baño a descargar mi vejiga.
No llegué a salir de la habitación cuando me choco con la figura humana en vivo y en directo de Fernanda.
–Decime que no estás acompañada de tu novio porque esa remera que tenés puesta es mía y no creo que el tipo entienda de moda.
–Estoy sola, me quedé cuidándote, ya no tengo novio, y te hice un capuchino para ir despertándote de a poco.
Regresé a la cama después de pasar por el baño y mirarme en el espejo para ver que tenía todos los dientes, la nariz en su lugar, pero levemente morado el ojo izquierdo.

lunes, 5 de septiembre de 2011

247. fiesta compartida

El viernes volví tarde a casa después de un extenso e intensivo día de trabajo, y lo primero que hice fue empezar a disfrutar de la noche con su finde a las puertas del cielo (y del infierno también).
El relajo también vino porque de alguna manera inconsciente me sirvió la distracción para no estar pendiente de la reaparición de Fernanda.

Ya casi medianoche golpean la puerta y me imaginé lo inimaginable.
Fernanda vestida para matar(me), una vieja historia de amor y enredos para estrenar, la cama en movimiento, una mañana repetida, una excusa con imaginación, una partida, un recuerdo para la colección, un finde que recién comienza…
Pero no!
Al abrir la puerta el que estaba del otro lado con dos porrones para compartir era Sebas.
Instalados en el sillón y brindando por nada, me pregunta:
–¿Te llamó Beto?
–No retiré el celu nuevo por lo que si lo hizo jamás lo sabré.
–Ah, cierto… Igual no era nada grave, sino para avisarte que mañana sábado tenemos joda porque festeja el cumple.
–¿Lo hace en la casa?
–Como siempre…


Sábado a la noche.
Desde distintos ángulos geográficos sale la barra en la misma dirección, que no es otra que la festichola a la que fuimos invitados, como sucede cada año.
Íbamos en un taxi con Sebas y notó mi silencio por estar pensativo en algo un poco indefinido.
–Nada, creo que me estoy olvidando de algo importante o estoy pasando por alto un detalle importante que tiene que ver con la reunión en lo de Beto, pero no sé qué.
–No se me ocurre que puede ser, pero voy a concentrarme mirando por la ventanilla y no dándote bola –me dijo Sebas mientras se acomodaba como si fuera a echarse una siesta con los ojos abiertos.
El viaje no fue largo, y mucho menos estando con la mente intentando resolver el enigma.
Al bajarnos del taxi, Sebas me dijo que está a punto de encontrar la respuesta, pero le faltan tres minutos para definirla.
Caminamos hasta la puerta de la casa de Beto que se distinguía de las demás por el ruido de la música que salía de su interior.
Tocamos timbre y esperamos con la duda de si escuchará el llamado.
–Ya abro –grita Beto desde adentro.
–Ya lo tengo, me acordé, descubrí el detalle que no tuviste en cuenta al venir acá –dijo de pronto Sebas al mismo tiempo que me agarraba del brazo.
La puerta se abre, Beto que nos saluda y nos invita a pasar.
Al fondo se ve parte de la barra, algunas caras desconocidas y Sebas que me dice al oído.
–Fernanda es también amiga de Beto, por lo que seguramente está acá y acompañada de su nuevo novio.
La puerta se cerró y me vi sin escape alguno, mientras era “empujado” a la fiesta.

miércoles, 31 de agosto de 2011

246. huellas del futuro

Por suerte el trabajo y otras obligaciones sociales lograron la disminución de pensamientos agudos e intensos. Sin embargo, era algo que me había quedado atragantado en el cogote del alma, y necesitaba sacarlo de ahí para respirar mejor.
Anoche hubo cena de caballeros y entre copas y otras delicias la charla salió (casi) con naturalidad…

–¿Te encontraste con Fernanda? ¿Y estaba con un tipo? –me preguntó por partida doble Cris.
¬–No, me encontré con Fernanda y estaba con un tarado –le respondí de manera simple.
–Es extraño que no te haya llamado… –pensó en voz alta Sergio.
–Más extraño hubiese sido si sonaba mi celular ahogado en la última lluvia.
–Entonces en cualquier momento se te aparece –aseguró Pablo.
–Ya apareció –dije con tono desinteresado.
–¿Cómo? –preguntaron todos al unísono haciendo envidiar al famoso Coro Kennedy.
–Vino Fernanda acá, pero no me encontró y me tiró un mensaje por debajo de la puerta.
–Dale nene, andá a buscarlo y leélo en voz alta –ordenó Sebas con ansias de saber.

Gastón:
No sé si estarás molesto por el inesperado y tenso reencuentro de la vez pasada y por eso no respondés mis llamados, o es que seguís con tu costumbre de perder tu celular.
Ahora vine hasta acá y tampoco te encuentro, y la verdad es que el volver a verte me movilizó mucho y por eso te escribo esta nota, para decirte que tengo ganas de hablar con vos.
Espero que en algún momento me puedas llamar, o ya veré si el viernes o el fin de semana paso de nuevo y tengo la suerte de encontrarte.
Te dejo un beso…
Fernanda


Los chicos quedaron en silencio como si hubiesen estado escuchando como les leía un testamento… o un cuento erótico.
A mí me pasó lo mismo, salvo que el silencio fue interrumpido por mis pensamientos hablando-opinando-imaginando-recordando-divagando en voz alta.

Fernanda reaparecía en escena y yo tenía su invitación para estar en la primera fila…

lunes, 22 de agosto de 2011

245. pasajes de ida... y otros de regreso

Pese al frío implacable, a la lluvia intermitente, y demás condiciones atmosféricas, Cris decidió aprovechar el finde largo. O quizás por la presencia de ese clima haciendo juego con su estado de ánimo, es que decidió irse a estar a solas… un poco más.
Supuse que iba a “escaparse” con Camila, pero tampoco.

–Sí Cris, te entiendo –le dije mientras charlábamos un rato en la casa y me mostraba su único pasaje con destino a “Aguas Verdes”–. Además a ese lugar no creo que vayan demasiadas personas.
–Tengo ganas de estar a solas… de pensar en silencio sobre… sobre todo.
Y sin que hiciera falta una palabra más, supe a qué se refería con “todo”.
Todo era la sorpresiva aparición de Camila contrastando con la repentina ida de su papá.
Es decir, una cosa no tenía que ver con la otra, salvo que era una puerta giratoria en su vida donde unos entraban y otros salían.

No lo convencí, pero sí lo obligué a que me permitiese acompañarlo a Retiro ese viernes a la tardecita para ayudarlo con su… mochila.
Se iba por tres días a estar a solas con el mundo. A tener la libertad de llorar, de gritar, de putear, de emborracharse, de olvidarse, de recordar, de entender un poco las reglas de este Universo personal.
Antes de subir al micro, me agradeció, me saludó, me prometió que se iba a cuidar, y por último me pidió que me vaya. No quería ninguna escena de despedida… más.
Le hice caso y me fui.
Bueno, en realidad me senté en la mesa de un bar que está dentro de la terminal y desde donde él no me podía ver y yo sí a su micro hasta que se puso en marcha y emprendió la ruta redentora.

Terminé de dar el último sorbo a mi café con crema cuando levanté la vista del fondo de la taza y me encontré tres mesas más allá a Fernanda.
Hacía demasiado tiempo que no la veía ni sabía nada de ella, y supongo que fue esa la razón por la que me levanté como con n resorte y me acerqué para saludarla.
–Gastón, qué sorpresa! –me dijo al verme, realmente sorprendida–. ¿Te estás yendo a alguna parte?
–Vine nada más que a acompañar a Cris que acaba de salir hacia la costa por el finde largo, ¿y vos?
–También a la costa y también por el finde largo.
–¿Y no llevás demasiado equipaje? –dije con absoluta inocencia mientras señalaba sus dos grandes bolsos.
–No… No, lo que pasa es que…
No llegó a completar su explicación porque no hizo falta…
–Mi amor, me dijeron en “Informes” que nuestro micro ya está entrando en el andén, así que vamos para allá así…
El tipo dejó de hablar cuando se percató de mi presencia, por lo que rápidamente estiré mi mano y me presenté:
–Hola, soy Gastón, un viejo amigo de Fernanda.
–Hola, soy Martín, su novio. ¿Y vos sos un viejo amigo o su ex novio?
Me sorprendió la pregunta por lo que lancé mi peor respuesta:
–Soy Gastón. ¿Y vos sos detective o sos celoso?
Por los parlantes salió una voz metálica confirmando el arribo del micro que ellos estaban esperando, por lo que no alcancé a escuchar la respuesta que me dio.
Pero por la cara que puso el tipo mientras Fernanda agarraba los bolsos con prisa y se encaminaba hacia el andén después de saludarme, me inclino por la segunda opción.

sábado, 13 de agosto de 2011

244. siempre que llovió, mojó

Oscuridad en pleno día...
Lluvia furiosa...
Tormenta malhumorada...
Granizo asesino...
Inundaciones acostumbradas...
Y yo justo teniéndome que ir a laburar a La Plata, sabiendo que el fin del mundo también se encontraba por aquellos pagos.
Todo el camino y la duración de ese día en particular resultaron (casi) eternos.
Lo rescatable fue que cada cliente y proveedor que visité, me recibió con un café de esos que no te dan ganas de salir nuevamente a la calle o, mejor dicho, al pequeño océano ciudadano.

Ya de noche estaba haciendo el glorioso camino de regreso aunque muy cansado, completamente agotado, todavía algo empapado, y esperando el golpe de gracia de un resfrío que me lleve a la cama durante todo el finde. Sin embargo, no quería que fuese precisamente una gripe quien me deje destrozado sobre el colchón.

Estaba a menos de dos cuadras del depto, entré al kiosco y compré un par de chocolates. No me acordaba si había comida, si había algo caliente para tomar, si había algo. Por lo tanto, en caso de emergencia, estos dulces serían mis vitaminas nocturnas.
Y estando en la esquina fue que se me ocurrió llamar a Karen.
Las tormentas generalmente asustan, ponen cachondas, o arruinan salidas ya programadas, por lo que seguramente podría reencontrarla y…
(sip, a mí las tormentas me provocan la segunda opción)

Saqué el celu del bolsillo, abrí la tapa, y mientras buscaba el número mi pie derecho se deslizó sobre algo que me hizo perder el equilibrio y dejar volar el celular de mis manos resbaladizas. Y así fue que en cámara lenta caí sobre una pequeña laguna que abarcaba buena parte de la vereda, y el celular… también.
Completamente empapado me levanté ayudado por una abuelita que fue la que me censuró las puteadas que tenía en la boca, pero cuando agarré el celular y vi la pantalla blanca para después pasar a un apagado total, me convertí en un “Tano” Pasman en versión sub-acuática.

El número de Karen había desaparecido en la sumergida, al igual que Karen y mis ganas de zambullirme en aguas cálidas.

sábado, 6 de agosto de 2011

243. con los ojos de ardilla

Ya sabía por Pablito que Tami no iba a tener clases por desinfección de aulas (o alguna otra excusa cultural), por lo tanto ese día la pasé a buscar para que se quede a dormir en casa.
Mi idea era ir a ver algo al cine, pero esa noche estaba demasiada fría y decidimos (entre hamburguesas caseras y papafritas con gaseosa) buscar alguna buena peli para mirar en la compu.
Teníamos el sillón lleno de migas, los vasos de gaseosa desparramados por ahí, y Tami feliz, como siempre que estamos juntos, de hacer con su tío las cosas que con la mamá no puede.
La peli que eligió fue “Alvin y las ardillas 2” (sí, heredó el gusto por los estrenos como yo), y la estábamos mirando compenetrados entre el rock-infantil y las carcajadas universales cuando, en la escena en que las ardillas se enamoran, se levantó a pausar la escena y me preguntó directamente como corresponde a un ser humano de su tamaño.
–Tío, ¿te acordás cuando vos y la tía Fernanda eran novios?
–Sí, me acuerdo que los dinosaurios…
–Tío, te estoy hablando en serio –me retó Tami poniendo una cara de seria que me hizo realizar un gran esfuerzo para no reírme–, y quiero saber si vos la mirabas con esos ojos de ahí –y señaló la mirada en forma de corazón que tenía la imagen congelada de una de las ardillas.
–Cuando me enamoro todo mi ser y cada una de sus partes toman esa saludable y loca forma de corazón. Menos el corazón que ya tiene esa forma y…
–Pero yo nunca más te vi así. Ah, sí, con esa otra novia que tuviste tenías los ojos así, pero era como un corazón mojado porque llorabas.
–Sí, es verdad… Vos decís de Laura. Me enamoré perdidamente de ella y después me perdí. Pero vos no me viste llorar.
–No, pero mamá y Pablo sí porque yo les preguntaba por vos y me decían que vos estabas llorando y yo escuché que era porque tu novia Laura se había ido.
–Bueno, a veces el amor de los grandes pierde la magia y la simplicidad de las ardillas, lo cual es una lástima.
–Entonces… ¿nunca más te vas a enamorar y tener esa mirada?
–¿Por qué no? Seguramente me vuelva a enamorar y todos sus efectos secundarios, pero cuando pase, voy a intentar hacerlo de una “ardillita” que no tenga miedo de sentir algo así de lindo, sano y mágico. Después de todo, las historias de la vida real las escribimos nosotros. Tenemos que aprovechar, ya que somos los guionistas, a escribir buenas historias y que el final, por llamarlo de alguna manera, sea feliz.
–Tío, te quiero mucho.
–Yo también, pero tengo ganas de seguir mirando la peli, ¿vos?
–Sí, yo también –dijo Tami poniendo el “play” y volviendo a sentarse al lado mío para terminar de ver, con ojitos mágicos, la peli.

domingo, 31 de julio de 2011

242. las dos caras de la moneda

Los chicos, con sus radares preparados ante cualquier anomalía, se encontraban detenidos en medio del movimiento ajeno de la pista pispeando con quién me había encontrado y fundido en un abrazo.
Cuando Karen continuó la noche con su grupo después de habernos intercambiado nuestros respectivos números, se me vinieron todos al humo aprovechando la cercanía de la barra.
–¿Quién era? Pasame un Fernet –preguntó y pidió Sergio.
–¿Con quién estabas? Yo quiero un “Destornillador” –ordenó Sebas.
–¿De dónde la sacaste? Marchen dos cervezas, por favor –fue la solicitud de Pablito para él y Ana
–¿La conocías? ¿Puede ser un Daiquiri de frutilla? –fue la doble pregunta repartida de Lore.
Y mientras todos estaban con sus líquidos de colores en sus manos, se preparaban para escuchar mis respuestas, pero antes fui yo el que hizo una pregunta.
–¿Dónde está Cris?
Todos giramos las cabezas y lo vimos justo cuando, algo alejado del ruido, cerraba su celular y totalmente pálido, ajeno a todo y algo perdido nos decía que lo acababan de llamar para decirle que su papá se había descompuesto y que…
Los ojos llenos de lágrimas de Cris nos dieron de lleno con el desenlace.
Agarramos los abrigos y nos repartimos en dos taxis hacia… ¿hacia dónde?
Cris quiso ir solo a la casa de los padres y no hubo manera de que nos permitiera acompañarlo.
Nos quejamos al principio, pero tampoco era momento de tensiones, por lo que aceptamos su decisión y nos fuimos para mi depto. Él ya nos llamaría cuando nos tuviese que llamar.

Ana y Vero prepararon grandes tazas de café mientras nosotros rompíamos el silencio con miradas, porque no sabíamos mucho qué decir. Fue Sergio el que le encontró cierta explicación a la actitud de Cris.
–Cuentas pendientes con el viejo. En estos casos pareciera que el balance siempre da faltas.
–Sentir que quedan faltas justo después de una verdadera ausencia es lo que suele pasar –reflexionó Lore.
–¡Qué cagada! –suspiró Sebas.
–A nosotros no nos queda más que esperar el llamado de Cris y acompañarlo, no sólo como podamos, sino de la manera que el quiera.

Nos llegó cerca del mediodía el mensaje con la dirección del velatorio y la ceremonia para la seis de la tarde.
Teníamos tiempo hasta esa hora para prepararnos y arreglarnos, aunque…
¿Podemos realmente estar preparados y arreglados cuando llega el amor?
¿Podemos realmente estar preparados y arreglados cuando llega la muerte?

lunes, 25 de julio de 2011

241. ¿vos qué harías si te encontraras con…?

El miércoles nos juntamos en lo de Sergio con la simple excusa del Día del Amigo.
Sería la 1 a.m. cuando con Sebas compartimos el taxi de regreso y una pequeña conversación…
–No seas tan duro con Cris –me lanzó Sebas a modo de reto tenue.
–¿Vos te diste cuenta que estuvo toda la noche perdido en la pantalla de su celular? –protesté yo con vehemencia.
–Se enamoró, está sintiendo ago que hace rato no sentía, y quizás no lo puede manejar ni detener, y…
–Hay códigos. La amistad no se deja de lado por una mina.
–Para él no es una mina. Es su posible “amor de su vida”. Y vos… vos…
–¿Yo qué?
–No tendrías que ponerte tan tontamente celoso. Cris es tu amigo, es nuestro amigo, y nadie rompe ni quiebra la amistad por un amor. Además… ¿Vos qué harías si te encontraras con el amor de tu vida?
Lo que quedaba de viaje fue hecho en silencio.

Cuando entré al depto dejé las luces apagadas y me tiré en el sillón, totalmente desvelado, acompañado por la nada misma, y mis pensamientos nocturnos rebotando entre las paredes.
“¿Vos qué harías si te encontraras con el amor de tu vida?”
La pregunta de Sebas volvía una y otra vez y me obligaba a respuestas demasiados profundas que combatí hasta quedarme profundamente dormido.


Sábado a la noche.
La barra en pleno degustando unas carnes parrilleras y unos vinos de calidad en un escondido restaurante de Palermo Hollywood al que nos guió Andrés, el novio de Lorena.
Ah, porque estábamos todos… pero todos!!!
Pablito fue con mi hermana Ana, Sebas con Vero, también vinieron Pato y Pamela, y también Cris con Camila.
Los únicos sin parejas a la vista eran Sergio (por decisión propia) y yo (por decisión de los malditos astros).
La pasamos bien, pero llegó un momento en que me sentí incómodo.
Alguien propuso ir a bailar y yo lo que quería era acomodarme sobre una banqueta alta, hacerme amigo del barman, y emborrachar mi corazón.


Y mientras las pistas sacaban chispas, yo estaba acodado terminando mi segunda margarita cuando me llamó la atención una cabellera rojiza y salvaje que portaba una chica de curvas que mi mente creyó reconocer…
Estaba a unos tres metros de ella y su cara me parecía conocida.
Traté de concentrarme y revolví mentalmente el baúl de los recuerdos, hasta que pasó con su trago por detrás de mí en dirección a la pista y…
–Disculpame… ¿sos Karen?
–¿Gastón? –dijo abriendo los ojos de color indefinido–. ¿Gastón? No lo puedo creer…
Y nos fundimos en un abrazo lleno de alegría desbordante, exagerada y genuina.


“¿Vos qué harías si te encontraras con el amor de tu vida?”
No lo sé, pero quizás me esté por enterar…

domingo, 17 de julio de 2011

240. reflexiones amorosas de dos solteros en un mismo sillón

Sábado on the night.
Sergio vino al depto a ver el partido en el que Argentina quedó eliminada en pies uruguayos, pero esa fue sólo una excusa, porque el tema central era otro desde hacía unos días…
–El amor de su vida… ¬¬–pensó en voz alta, tratando de acomodar la idea en el interior de su calvicie por elección.
–Sí, al principio creí que se trataba de una cámara oculta. Pero lo que tenía Cris escondido era esta historia con esa Camila.
–¿”Esa” Camila? Gastón, no me vas a decir que estás celoso de que “te robaron” a tu amigo…
–No, al contrario, me pone contento por Cris, pero… No entiendo cómo nunca antes nos dijo nada sobre ella.

Y es verdad.
No sólo nunca le había hablado a ninguno de nosotros sobre su “great love”, sino que después de aquel encuentro, perdimos contacto con él.
–Bueno, tiene cierta lógica… –reflexioné mientras agarraba el último quesito y abría otra cerveza mexicana–. Si después de más de una década yo me reencontrase con alguien así, ni siquiera me tomaría un descanso para mirar un partido de fútbol.
–Igual para lo que hay que ver…

Sergio nunca se interesó por encontrar un amor, y mucho menos un amor con mayúsculas, insomnio y cosquilleos.
Por mi parte creo haberme enamorado varias veces, pero no recuerdo haber catalogado a alguien así en mis últimas siete vidas.
Y aunque tenemos bastante cultura alcohólica (salvo Lorena y su agua saborizada), con Sergio nos sentíamos mareados ante esta invasión amorosa en pleno invierno que, creíamos, estaba deshojando de alguna manera al grupo.

–Pero escuchame una cosa, ¿cómo te das cuenta cuando estás frente a ese amor eterno?
–No sé… Pero te das cuenta… O por lo menos así le pasó a Pablito con mi hermana Ana, a Sebas con mi prima Vero, a…
–A vos también te pasó alguna vez –me lanzó Sergio estudiando mi reacción–, con Fernanda, con Laura, con…
–No… Bueno, quizás un poco… Pero no… Con Fer convivimos y fue importante en su momento con su presencia. Lo contrario que pasó con Laura que lo fue en su ausencia. De todas maneras el sufrir por amor no es compatible a que sea el más importante. Supongo que simplemente me agarró en un momento de aguda (y grave) debilidad. Pero, por ejemplo, hoy creo que sería capaz de reconocer a una mujer que pueda convertirse en “el amor de mi vida”.
–¿Y te gustaría que te pase eso?
–No me presiones, pero… ¿por qué no?

jueves, 7 de julio de 2011

239. el pasado nunca muere

Flopy se tomó esa misma noche el micro que la llevaría hacia sus sierras cordobesas y donde empezaría una nueva vida sin tener a su lado al boludo de su novio.
No tuve que alcanzarla a Retiro por lo que la despedida fue rápida e indolora, sin teléfonos, sin direcciones, sin corazones prestados que no te lo devuelven en malas condiciones.
–Qué extraño, porque vos siempre “te enamorás” –me dijo Cristian mientras compartíamos unos mates durante el finde.
–No es tan así. Creo en el sexo sin amor, pero no por eso dejo de poner el corazón en momentos así. Y a veces en ese ida y vuelta, algo se rompe… Sigo hablando del corazón.
Cristian lanzó una carcajada que lo hizo ahogarse con el mate. Cuando logró recuperarse me dijo:
–Yo ya no creo en el amor… Y en cualquier momento dejo de creer en el sexo también.
–Sin embargo existe…

Cristian es un tipo inteligente, bien parecido, muy buen tipo, sin embargo algo sucede que no logra concretar. No tiene suerte con las mujeres.
–¿Vos cómo hacés?
–Yo no hago nada, Cris. No sé, simplemente sucede…
–¡Pero no sos Brad Pitt!
–Eso lo tengo muy en claro cada mañana que me miro al espejo y cuando voy al banco y no tengo un peso partido al medio.
–La verdad es que tengo ganas de conocer y estar con alguien.
–No busques a nadie y la vas a encontrar. Por algo el mundo es redondo y no deja de girar.


Los giros, esos mismos giros que, cada un impar de horas, nos hacen pasar del día a la noche y viceversa, hizo que el lunes tenga que ir a hacer unas cosas por La Plata y sus inmortales diagonales.
Córdoba, Rosario, y La Plata alberga, por un misterio similar al del “Triángulo de Las Bermudas”, a las mujeres más lindas. Esa es la razón, además de su auto, por la que enganché a Cris para que me acompañe hacia aquellos lados.
Mi idea era despejarle un poco la cabeza y que vista sus ojos de nuevos paisajes que le suman las bellas mujeres sudamericanas que andan estos días por la zona como consecuencia de la Copa América, sin embargo…

Era un poco más del mediodía y paramos en una parrilla antes de pegar la vuelta. Estaba fresco pero al solcito se podía soportar, sin embargo el que pudo entrar en calor rápido fue Cris, y no por la bondiola que pidió, sino porque…
–Disculpame, ¿vos sos Cristian?
Cris y yo nos dimos vuelta para ver quién era la persona que preguntaba por él y nos encontramos con una chica muy linda como lo indican las estadísticas de la ciudad.
–¿Camila? ¿Sos Camila? No lo puedo creer… –dijo Cris al mismo tiempo que se paraba y tiraba algunas cosas de la mesa con su conocida torpeza.
Mientras acomodaba la mesa observé como se fundían en un abrazo y se miraban sin poder creer el encuentro.
Cuando por fin se acordó Cris de mi existencia, nos presentó:
–Él es Gastón, mi mejor amigo. Ella es Camila, el amor de mi vida.

miércoles, 29 de junio de 2011

238. locos por el fútbol

Ok, puedo entender un par de lágrimas, cierta emoción, algunas puteadas, promesas exageradas, y demás pasiones humanas en nombre del Sr. Fútbol.
De hecho Sebas se enfermó con el descenso de Huracán y por más que me parezca una pelotudés, entiendo que hay un porcentaje del corazón que está ocupado por ese querido deporte del balompié.
Y de hecho yo festejé como loco el triunfo de Belgrano de Córdoba sin tener siquiera la dicha de conocer tan hermosa provincia, sino por el hecho de ser de Boca.
Sin embargo tanta policía, tantos destrozos, tanta polémica por sanciones me harta y quita ese gustito rico que produce el poder ir a la cancha y disfrutar del verde césped en vivo y en directo.
Pero la vida continúa, Sebas obviamente ya salió de la cama y está como nuevo (seguramente mi prima Vero habrá tenido algo que ver con esa “levantada”), y yo el lunes salí muy abrigado a la ciudad y a disfrutar del primer lunes con river en la B.

Tenía que encontrarme con una persona pero me avisa que se desocupa al mediodía, por lo que decidí entrar a un café a leer los diarios deportivos tranquilo y escuchar de fondo a los opinadores profesionales del pueblo.
Trato de elegir una mesa del fondo y encuentro por esa zona a una chica muy linda con un gorrito de lana multicolor sobre su cabeza. Completaba su atuendo una camiseta celeste de Belgrano de Córdoba atada a su cuello, y unas lágrimas que caían sobre un enorme tazón de café con leche.
–Supongo que tus lágrimas no tienen nada que ver con lo deportivo, ¿no? –dije al mismo tiempo que pensaba para mí mismo porqué me encontraba desviando mi buscada tranquilidad.
–¡Te equivocás! –me dijo clavándome sus ojos marrones llenos de lágrimas, y un acento cordobés inconfundible–. Tienen que ver porque mi ex novio es un pelotudo a cuerda.
–Intuyo que estabas de novia con un hincha fanático de river…
–Sí, y se enojó conmigo porque nosotros ganamos. Pero bueno, ahora que se joda porque se va a quedar solo y en la B.
–Vos también sos bastante fanática, me parece.
–Amo “la celeste” y estoy feliz de que hayamos ascendido, pero no deja de molestarme la actitud de él. ¿O vos te creés que no me iba a decir nada ni gastar ni nada si era al revés la cosa?
–Seguro que sí, pero había muy pocas posibilidades de que sucediera algo así.
Se quedó en silencio unos segundos mirándome de arriba hacia abajo y haciendo el recorrido de vuelta y finalmente me preguntó:
–¿Vos de qué cuadro sos hincha?
–De Boca.
–¿No tenés ganas de que juguemos un partido vos y yo?

viernes, 24 de junio de 2011

237. la trama y el desenlace

Días de ocupaciones varias cumpliendo con obligaciones laborales, sociales, naturales, y demás. Y a veces, la manera que tiene de descansar en silencio alguien que escribe, es dejando el teclado en paz.
De todas maneras, el finde largo y patriótico que pasó, estuve en cama, acompañado de la almohada y algo de música. Pero no por placer (aunque un poco lo disfruté) sino por cierto malestar repentino que me visitó y se vino a quedar conmigo.

¬–Era obvio que ibas a caer en cualquier momento –me dijo Sebas haciéndose el misterioso pero con aire profesional.
–Y… Se supone que en el lapso de final del otoño y comienzo del invierno es normal que las personas se engripen– le devolví la pelota sin ganas de cuidados intensivos.
–Por supuesto –continuó él, mi queridísimo amigo, el loco por las teorías descabelladas– salvo que tu malestar no lo ocasionó el frío de la estación, sino un dolor interno provocado por una noticia más helada y filosa.
Muchas veces Sebas habla como si uno pudiese saber la teoría que está desarrollando en su mente, por lo que más directo y breve es preguntarle como lo hice yo:
–¿De qué carajo hablás?
El que respondió fue Cris viniendo de la cocina y trayendo unas tazas de capuchino a pedido mío y aprovechando que yo estaba en cama.
–Gastón, estás así por lo de Laura.
–¿Qué pasó con Laura? ¿Qué tiene que ver ella con este simple malestar?
–Vos sabés que esto es porque ella se puso de novia y entonces…
–Chicos, todo bien, pero no me vengan con estas boludeces. Laura ya se fue y se había ido hace rato. Sí, me jodió que buscara contarme eso, pero hoy estoy en cama porque me siento apenas mal y aprovecho que es un finde largo, ok.
No dijeron nada más, tomamos nuestros respectivos capuchinos calientes, y empezamos a hablar de otros temas diversos, lejanos, sin importancia.

Antes de despedirnos porque Cris tenía que ir a estudiar su bendito y eterno Inglés, mientras que Sebas tenía que hacer unos llamados para ir al otro día a la cancha a ver a su amado Huracán, fue este último quién asomó su cabeza y gritó:
–Igual estamos en lo cierto… Estás así por ella! –y desapareció sin llegar a escuchar mi puteada con dedicatoria.
(aunque quizás tengan un poco de razón)



Bajé en el ascensor hasta el 2º piso.
Me abrió la puerta y se fue derecho a la habitación en un silencio absoluto y doloroso.
Sin decir nada fui también yo hacia la habitación y llevé una silla para quedarme ahí un rato.
Sebas estaba hecho mierda. Una fiebre que volaba y una pasión desbordad por un dolor que no tiene explicación alguna desde la racionalidad.
Vero me hizo un gesto con la mirada y me dejó a solas con él.
Cuando la puerta se cerró, me acerqué a Sebas y este me miró con sus ojos rojos por las lágrimas.
–¡No lo puedo creer! –exclamó con una voz temblorosa, débil, herida.
–Son cosas que pasan, y vos sabías cómo venía la mano.
–Sí, pero es injusto que se vaya otra vez… –interrumpió su frase mientras me abrazaba y se descargaba llorando como todo un hombre.

Ahora era Sebas el que caía enfermo por la ida de un amor, de un gran amor...
Como lo es para él la ida a la Segunda División de su amado Huracán.

miércoles, 8 de junio de 2011

236. puñal bajo la manga

Mi Psico estaba esperando el momento con cierta ansiedad…
Por un lado tenía en cuenta que era recién la quinta sesión, pero por otra parte, yo había sabido contar y ponerla al tanto de mi vida con entrega y pasión.
Fue por eso que largué el aire de mis pulmones y alcancé a decir en voz alta:
–Ahora viene la parte en que me clavo el puñal y revuelvo, no?
Esa tardecita zafé porque a ella le pareció más interesante analizar mi frase, y yo me dejé llevar por ese desvío desde el incómodo diván.

Hoy, una década después de aquella sesión afilada, sigo pensando que una cosa es que yo decida cuándo-cómo-dónde hacer uso y abuso del puñal justiciero, y otra es cuando aparece por sorpresa de quien menos lo esperás.
Sin tanto profesionalismo y con un corazón metálico, el impacto certero vino de la mano de Laura.

Llegué al depto con el cielo oscuro y un frío que me obligó a pasar por el mercadito a comprar mi frasco de capuchino.
Frente al monitor, revisando correos, con la taza calentita a mi costado y sonando de fondo “Let them talk”, el flamante disco de Hugh Laurie (Dr. House), me encontraba al abrigo de la ciudad, cuando sonó el timbre.
Abrí la puerta y ahí parada con elegancia salvaje se encontraba Laura.
Me sorprendió su visita sin previo anuncio pero fue bienvenida y la invité con un capu para quitarse el frío exterior.
–Justo andaba a unas cuadras de acá y quise pasar a saludarte, ¿hice mal? –me preguntó sabiendo cuál era mi respuesta.
–Para nada. Ya sabés que yo no armo guerras. A lo sumo luchas cuerpo a cuerpo, pero…
En los últimos tiempos, cada tanto me cruzaba con Laura vía msn. Ella aparecía, me saludaba y yo respondía. Nadie obligaba a nada y las conversaciones parecían de dos extraños en ascensor hasta que nos pasábamos del tiempo aconsejado y terminaba en peligrosas peleítas o cortes abruptos y misteriosos.
Cada cual (intentaba) seguir con su vida y los caminos por separado estaban dando sus pasos. Ella parecía estar tranquila y yo buscaba que no me rompa las pelotas con movimientos bajo mis zapatos.

Y así estábamos compartiendo unos capus, hablando de nada en especial (clima, música, libros, etc.) hasta que noté ciertas frases por parte de ella que referían algo como las ganas de acercarse al sol.
Al preguntarle al respecto me di cuenta que era lo que ella estaba esperando desde que mintió sobre su paso casual por acá. Entonces, ahora que supuestamente yo había traído el tema, ella sonrió y dijo en un tono neutral y leve:
–Estoy conociendo a alguien que…
–¡Pará! –le dije haciendo un coitus interruptus de su frase-. Quizás no te hayas dado cuenta pero yo no soy tu amigo como para que me cuentes que estás por encamarte con alguien. Y si a esta “no amistad” le agregamos que entre nosotros hubo algo parecido al amor, tengo que pedirte que termines tu capuchino, guardes tu puñal, y te vayas a tu casa antes de que te dé una patada en ese hermoso culito que tenés.

El frío por la noche se hizo más frío.
Quizás sea por la hoja filosa de ese puñal que quisieron clavarme de frente, pero sin mirarme a los ojos.
De fondo, el disco blusero continuaba sonando al ritmo de mi corazón.

jueves, 2 de junio de 2011

235. ver para creer

Mi amiga Lorena es hermosa. Tiene unos ojos claros que te iluminan, unas curvas que te invitan a recorrerlas, una voz suave, una sonrisa deliciosa, y demás cualidades que hacen que me pregunte… ¿por qué somos amigos?
De todas maneras, la reflexión iba a que recordé una charla que mantuvimos la barra y en la que ella defendía su postura del sexo por amor, mientras la mayoría de nosotros (los hombres) exponíamos nuestra defensa del amor por el sexo.
Y fui yo el que le pregunté:
–¿Cómo podés diferenciar cuando un tipo se acerca a vos enamorado del que te quiere dar hasta el 30 de febrero?
–Por la mirada –contestó con su simpleza incorporada y su sonrisa infinita–. La mirada marca y dice mucho más de lo que se escucha.

Esta conversación me visitó anoche porque viví algunas situaciones a las que siento que les faltó mi mirada para que se comprendiera.
La primera tiene que ver con Rosa.
Más allá de la paranoia de que en cualquier momento entre por el balcón un grupo de asesinos a domicilio, tengo ganas de saber cómo se encuentra ella.
Fue por eso que busqué una antigua agenda (y que hace rato debería haber lanzado a algún fuego parrillero) porque recordé haber tenido alguna vez anotada a una amiga de ella. Y así encontré en la R a Romina y marqué el número que tenía dibujado al lado de su nombre.
Me presenté (sip, apenas terminé de decirle mi nombre se me ocurrió que podía ser ese un error fatal, pero ya estaba dicha la última letra) y ella me sorprendió con un:
–Me imaginé que en cualquier momento ibas a llamarme porque ya sé lo que pasó entre vos y Rosa.
–Bueno, te molesto nada más para saber si tenías noticias de ella.
–Está bien –me dijo en un tono cortante–, pese a lo que le hiciste.
–Hmmm… No tengo ganas de discutir pero me gustaría saber qué le hice.
–¿Te parece poco? Te encamaste con ella sabiendo que estaba casada.
–Ah, claro… Rosa me pidió que yo lo tenga presente ese dato por si ella se olvidaba, pero se ve que cuando me invitó a que la pasemos juntos, entre el vino y algunos orgasmos lo olvidamos.
Su respuesta fue una puteada y cortar la comunicación. Sin embargo rescaté el enterarme que ella estaba bien, y que mi mirada clavada en Romina hubiese ayudado a hacerle entender la ironía de que realmente me encontraba preocupado por su amiga.


La segunda situación fue una mirada de amor que no logré transmitir vía correo electrónico, pero este tema prefiero dejarlo para la próxima…

jueves, 26 de mayo de 2011

234. fecha patria (y humana)

Cris tiene una de esas mentes que lo asemejan a una agenda.
Y no porque tenga los nombres grabados en orden alfabético, sino porque tiene absolutamente todas las fechas de cumpleaños, citas, aniversarios, y hasta los horarios de su exagerada puntualidad.

A veces sospecho que es él quien se encuentra detrás de todos esos recordatorios de cumpleaños que hace el Face.
Y fue el martes a la noche cuando reunidos en lo de Sebas y tomando algo sin importar las consecuencias por tener el feriado nacional al otro día, en un momento me pregunta Cris:
–¿Qué vas a hacer mañana 25 de mayo?
¬–Dormir hasta tarde y no comer locro.
–¿Nada en especial? –repreguntó Cris haciéndome imaginar que algo se traía entre manos pero sin llegar a descubrirlo.
–Mañana seguramente hará más frío que hoy. Por lo tanto, a no ser que aparezca una mujer en mi cama y me destape por causa del inmenso calor provocado, no pienso asomar la nariz si el “sol del 25” no llega a los 30 grados.
Cris no dijo nada, pero su mirada me quería decir algo que no aguantaba guardar. Agarró una de las botellas de vino abierta, me sirvió en la copa y me llevó para un rincón alejado de los chicos.
–¿Qué pasa, Cris? A veces me asustás… –le dije con el tono de la broma ya algo borracha.
–Nada bolú, pero mañana es el cumpleaños de…
–¿De quién? –quise saber desconcertado y odiando esa pausa de mala película de misterio que a él le sale de manera natural.
Me clavó la mirada como arrepentido de lo que me iba a decir pero finalmente abrió la boca y escuché el dato que tenía…
–Mañana es el cumpleaños de Laura.

Obviamente que medio segundo antes de que Cris dijera lo que dijo, en el depto se había producido un silencio invasor, por lo que la data que me arrojó fue escuchada por todos.

Y así llegaron hacia mí palabras únicas, frases para nada célebres, consejos sin seguir, chistes malos, opiniones encontradas y vueltas a perder, pensamientos filosos, filosofía urbana, brindis sin sentidos, tragos “quitapenas”, aire de Buenos Aires, palpitaciones en cámara lenta, recuerdos relocos, dolores esdrújulos (ni agudos ni graves), cantares desafinados, huellas desteñidas, canciones sordas, escritos sin escribir, voces del más acá, sonrisas desalineadas, sesenta y nueve vidas en una, fríos sofocantes, abrazos lejanos, curvas peligrosas, freno de mano con los dientes, caricias fantasmales, aullidos de medianoche, caza de brujas, seres voladores, luna llena en su cara oculta, teclado vivo, paredes que hablan, techos que observan, marcas en los espejos, señales de emergencia.

–¿Y, qué vas a hacer? ¬–me preguntaron.
–Desearle un feliz cumpleaños, como corresponde –respondí antes de irme a algún lugar.

miércoles, 18 de mayo de 2011

233. vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Es conocida, o por lo menos yo la conozco, la historia sobre el tipo que quiere escaparse de La Muerte, sin saber-imaginar lo implacable que es esta.
El hombre se entera que La Muerte lo viene a buscar y se va a otro pueblo intentando alejarse de ella. Sin embargo, La Muerte siempre consigue saber dónde está y así va a en su búsqueda.
Tres, cuatro, cinco pueblos, demasiados kilómetros, y el cansancio físico y mental del escape que no logra a realizarse del todo, hace que el hombre decida quedarse en el último pueblo al que llegó, pero esta vez disfrazado de vieja.
La Muerte llega con su paso implacable al pueblo donde sabía que se encontraba su víctima, pero otra vez no lo encuentra.
Ya algo malhumorada y con la herida en su orgullo decide dejarlo ir, seguir con su vida, aunque no va a volver a su oscura morada con las manos vacías, por lo que mira a su alrededor y ve a una viejita a lo lejos y mientras se acerca clavándole la mirada se dice:
–Y bueno, por lo menos me llevo a esta viejita que, además de ser fea, seguramente ya vivió lo suficiente.


Este cuento viene a colación porque con todas las medidas de precaución que había tomado, con todo lo que evité en estos últimos días el estar demasiado tiempo en la calle, o, con la excusa del frío, no asomarme ni estar en el balcón (sí, tengo las imágenes exactas de algunas pelis sobre francotiradores), fue imposible el escape, no de la muerte, pero sí de alguien que puede que tenga cierta sociedad con ella.

Estaba a unas cuadras de casa y entré a un kiosco a comprar puchos, mis Gitanes, cuando escucho a un hombre trajeado y sonrisa deformada que con vos gruesa y calma me dice:
–Fumar te puede hacer mal… muy mal.
–Gracias por la info ¬–contesté imaginando que las palabras del tipo significaban algo más que lo que me dijo, por lo que agregué–: Igual son para un amigo.
Salí del kiosco con paso triplemente apurado pero una mano fuerte me tomó del brazo y la misma voz con el mismo tono me acercó otro consejo:
–Decile a tu amigo, el fumador de Gitanes, que si se acerca una vez más a “la flor” que él ya conoce, puede que deje de fumar… de una manera abrupta.
–Ok, yo le paso el mensaje –alcancé a decir entre el ruido que hacían mis rodillas al chocarse entre sí por el temblequeo.

No sé cómo llegué a casa, como logré meter la llave en la puerta, pero puedo asegurar que la “advertencia” hizo su efecto porque ahora, cada vez que tengo que pasar cerca de una florería, me cruzo de vereda.

No quiero rosas en mi funeral… ni en lo que me quede de vida!!!

miércoles, 11 de mayo de 2011

232. seguir viviendo sin tu amor

Hace dos, tres, cuatro noches que vengo teniendo sueños intensos, ininterrumpidos, variados (todos sexuales).
Imágenes inconscientes de pasados gloriosos, de presentes fortuitos, de futuros inimaginables.
Pero anoche algo extraño sucedió…

Me encontraba profundamente dormido y mis visiones nocturnas todavía no se habían hecho presente, cuando un sonido agudo en mitad de la noche-madrugada, me hizo abrir los ojos. Y ahí, en la oscuridad, estaba brillando la luz el celular indicando que me había llegado un mensaje.
Lo tomé con tranquilidad porque se sabe que las noticias horrendas llegan a esta hora, pero nadie te manda un mensajito para advertirte que está por caer un meteorito descomunal, y sin embargo…
El reloj decía que eran las 4.35, y que el mensaje era de Rosa.
Me reí imaginando el mensaje hot, y también la insulté por lo bajo (sin perder la sonrisa) por haberme hecho partícipe de su insomnio, pero todo se desdibujó cuando, por fin, leí el mensaje de texto.
“No respondas ningún mensaje ni llamado que te llegue de mi parte.
Mi marido me descubrió y estoy en problemas.
Y vos no sé…”


5.10 de la mañana.
Estoy tomando un capuchino en el silencio tenso de este nuevo día.
Y remarco lo del ambiente tenso porque no me olvido que el marido de Rosa es un político de múltiples conexiones, un embajador del carajo, y que se mueve por el mundo demasiado acompañado y dejando detrás suyo a su custodia personal.
¿Se convertirán estos en asesinos a (muy buen) sueldo?
¿Mis dos cabezas tendrán un precio en euros?
¿Me pincharán el celular y a mí también para hacerme confesar?
¿Lo harán parecer un accidente?
¿Ahora que no está más Osama, seré yo el que se convierta en el hombre más buscado?

9.25. Tengo que salir a la ciudad y no tengo ganas.
Agradezco que haya un poco de sol para poder enfundarme en mis lentes oscuros.
Agradezco que esté apenas fresco para poder levantarme el cuello de una campera fina.
Agradezco no haberme afeitado el lunes.
Agradezco que sean ya casi las 10 de la mañana y seguir respirando.

jueves, 5 de mayo de 2011

231. otros mundos

Este fin de semana último el mundo tuvo su cóctel de mezclas mortales con la insoportable boda real, la beatificación de Juan Pablo II, la muerte de Sábato, y el asesinato de Bin Laden ordenado por el último Nobel de la Paz.

Llevado a un caso más particular y personal, yo llevo dos o tres noches sin dormir del todo a causa de un cóctel de pensamientos y reflexiones que, quizás, también tenga que ver con los acontecimientos de mi fin de semana.

Y más allá de que hace poco cumplí años, recordé una época no tan lejana en que había situaciones de la vida cotidiana que, para bien o para mal, eran extremadamente diferentes a las de hoy.

Por ejemplo, recuerdo una novia que tuve de nombre Verónica…
Anduvimos juntos seis meses, pero de una intensidad exagerada.
(obviamente me refiero al sexo, más allá del amor que nos podíamos tener)

La cuestión es que un día se le ocurrió irse a visitar a los padres que vivían demasiado al sur y nunca más regresó, dejando de este lado un frío mucho mayor que el de aquellas tierras.
Hubo un llamado demasiado lejano anunciando que había decidido no regresar a Buenos Aires… ni a mí, y eso fue lo último que supe de ella.
Es decir, ella me abandonó en un mundo real donde el mundo 2.0 no existía, y por consiguiente:
No aparecieron fotos etiquetadas donde mirarla…
No había frases indirectas con tiro directo…
No hubo solicitudes estúpidas de amistades…
No había manera de seguirme con la excusa de escrituras…
No había cómo atraparme y observarme a través de redes sociales…
Ella me dejó en un mundo que lo único que tenía de loco era el girar en continuado.


Hace poco Laura leyó algo que yo había escrito por alguna parte, y pese a no estar con ella, explotó en un ataque furioso-ciego-salvaje de celos.
De nada sirvió explicarle que se trataba de un juego de palabras con los que acostumbro a divertirme. Y en su envión de instinto asesino me escribió palabras autografiadas que fueron golpes duros y bajos en forma de aguijones venenosos directos a las bolas.

Después de esto, me quitó, me eliminó, me borró de varios lugares que compartíamos, pero a veces nos cruzamos sin querer queriendo por personas en común.
Y sé que seguramente leerá esto y me largue una nueva puteada por los talones, pero el mundo 2.0 permite mantener contacto con personas lejanas, pero no dice nada sobre una despedida de verdad, como la que me regaló Verónica, y no como esta tan dolorosa que me está dando (y ya me dio) Laura.

jueves, 28 de abril de 2011

230. maldita burocracia

En lo único que puedo decir que fui previsor fue en el de andar con registro de conducir sin tener auto. Y es que nunca se sabe quién puede estar más borracho que uno y motorizado.
La cuestión es que la conversación surgió y fue Sergio el que sacó de su billetera la nueva licencia de conducir con formato de tarjeta de crédito. Cuando fui a mostrar mi “tarjetón amarillo” para compararlo me dijo:
–No sólo quedó fuera de moda, sino que además está vencido.
–¿Vencido? ¿De dónde sacaste eso? –pregunté desconcertado.
–Exactamente de acá abajo donde dice “fecha de vencimiento: 7 de octubre de 2010”.

La cosa es que el otro día conseguí el turno para hoy bien temprano. A las 8.15 de la mañana tenía que estar ahí para sacar un registro nuevo y padecer de los exámenes y demás burocracias.
Al llegar al lugar me acerqué al primer mostrador y el tipo que “atendía”, de muy mala manera, me mandó a pagar no sé qué cosa.
–Pero yo quería saber primero si…
–Antes tenés que ir a la caja y pagar…
–Tengo el turno de…
–Andá a pagar primero!
–Andá a cagar vos después! –dije en un tono para que no me escuche.

Cuando vuelvo con los recibos, trato que me atienda su compañero de tortura, pero este era peor en el (mal)trato con todas las personas que andaban ahí en búsqueda del registro.
–Sacate fotocopia de las dos páginas del DNI y después vení.
Tuve que salir del lugar, buscar un perro kiosco y que el de la fotocopiadora me “aconsejara” que saque también copia de la página donde está el cambio de domicilio.
–Pero no me mudé.
–Hace como quieras, pero te lo van a pedir igual.

Regresé con todas las copias, y esperé a que me dieran bola y recibieran mis papeleríos.
Una hora después me llamaron y pasé a una oficina improvisada donde me sacaron una foto, pasé mis dedos índices por una maquinita, y firmé electrónicamente. Cuando se estaba por imprimir todo… ¡¡¡Se cortó la luz!!!
–No se sabe cuando vuelve la electricidad así que venite mañana a la misma hora.

Me fui puteando a todos en la oscuridad del lugar y sabiendo que además de perder el tiempo y ponerme de malhumor, lo peor no es que mañana tenga que volver a ese lugar, sino que no había una sola mujer linda que le pusiera vida al día de hoy.

viernes, 22 de abril de 2011

229. primeros regalitos...

Suena el timbre y me parece extraño (o quizás no) por más que sean las 2.35 de la mañana, según el reloj cucú que nunca tuve. Abro la puerta y Laura con una sonrisa que conozco y reconozco.
–¿Qué hacés acá? ¿Pasó algo? –le pregunto desconcertado.
–No, todavía no pasó nada… pero va a pasar –me dice y un segundo antes de un beso frenético, interminable, delicioso, me informa– porque este va a ser mi regalo de cumpleaños.
Un aire misterioso nos levantó por los aires al mismo tiempo que yo le levantaba la pollera.
La cama nos recibió amortiguando la caída y acentuando los posteriores movimientos saludables.

Cuando el temblor terminó, ella se fue al baño y yo me quedé desarmado sobre la cama desarreglada cuando siento una presencia extraña…
Sin estar borracho ni alucinado, siento a alguien más en la habitación que no se deja ver pero que se deja sentir de una manera tal que me pone en guardia en seguida y logra hacerme desarmar sobre una (su) espalda invisible.

Pasó demasiado tiempo y con las piernas algo flojas me levanto al baño en busca de Laura pero ella ya no está, ya se fue repentinamente como es su costumbre.
De todas maneras las preguntas son interrumpidas por tres golpes secos en la puerta. Abro con la seguridad de que sea ella, pero no. Es la seguridad. Es decir… la policía.
Ok, una policía demasiado linda que me está por hacer una especie de multa por “ruidos molestos”.
–¿Qué ruidos si no hay ni música de fondo? –protesto yo.
–No te hagas el boludo que sabés a qué ruidos me refiero –me gritó con autoridad.
–No, no sé… ¿Me querés explicar? –le contesté y pregunté poniéndome en rebelde.
–Los que vamos a hacer cuando te espose a la cama –dijo mientras me empujaba hacia la habitación.
No sé porqué pero confieso que me dio miedo (sobre todo viendo el machete rosa que traía colgando a su costado) y al querer escaparme me sorprendió-alivió-desconcertó ver dentro del depto a Fernanda.
–¿Cómo entraste? ¿Qué estás haciendo acá?
–Vine a ver si estabas bien con el regalito que te mandé…
–¿Vos me “regalaste” a la policía? ¿Para qué? –pregunté sabiendo que sonaba tan estúpida mi pregunta.
–Para que la disfrutemos los dos –me contestó dejando sus pechos contra mis ojos.

Y fue el sonido del celular sonando con insistencia lo que hizo que sacara los ojos de esa oscuridad hermosa y encontrarme en la habitación con la cama apenas desordenada y sin más huellas que la almohada perdida.
Atiendo el llamado y del otro lado de la línea una voz masculina me grita:
–Feliz cumpleaños, Gastoncito!!! ¿Cómo la estás pasando?
–La estaba pasando más que bien hasta que me despertaste, laputaquetereparió!!!

Y así comencé mi happy cumple…

miércoles, 20 de abril de 2011

228. pequeña salida enorme

Ayer creí que iba a ser un día más complicado, sin embargo pude hacerme de tiempo para pasar a buscar a Tami por el cole y de ahí directo a clavarnos unas hamburguesas completitas en lo del Tío Mc., como le tenía prometido.
–Tío, ¿qué querés que te regale para tu cumple? –me preguntó sorpresivamente.
–¿Por? ¿Cuándo es?
–El viernes, y tengo 12 pesos que ahorré para hacerte un regalo. ¿Vos qué queres?
–Y no sé… Con esos 12 pesos quizás nos podríamos ir dos semanas a Disney o comprar media docena de alfajores Jorgito.
Pese a su corta edad, a Tami no le gustó mi respuesta irónica, y muy seria me dijo:
–Yo pensé en algún libro sobre príncipes y dragones que son lindos y que me lo podrías leer una noche para dormirme. O comprarte una entrada para que vayas conmigo a ver la peli “Río” que es nueva y dicen que está relinda.
–Bueno, dejame que piense qué quiero y después te digo, ¿te parece?

Le estábamos dando el último sorbo a la gaseosa gigante cuando apareció Ana por el patio de comidas.
–Hola hijita, hola hermanito. ¿Cómo están?
–Mami, ¿me puedo ir hoy a dormir a lo del tío?
–Mañana tenés cole, Tami. Lo dejamos para otro día –le contestó Ana.
–Pero mamá –protestó mi amada sobrina– otro día es el cumpleaños del tío y ya no se puede porque es prohibido para menores.
Aguantando la risa que me provocó la exacta ocurrencia de Tami, me levanté y dije:
–Ana, me voy con Tami a buscar y a disfrutar de mi regalo cumpleañero por adelantado. Después la llevo para tu casa.
Y dicho esto, nos fuimos con Tami a ponernos los anteojos 3D y a disfrutar de “Río”, la nueva peli animada.
A la salida, y ya yendo para la casa, pasamos por una librería y compramos un libro sobre dragones pero sin príncipes, lo cual lo hace más creíble.

Al darle un beso de despedida a Tami y yo por volverme para el depto, me dijo:
–Tío, fue el regalo por adelantado más lindo de tu cumpleaños –y me llenó de besos los cachetes y la nariz.
Y yo me fui feliz de la vida, silbando bajito, habiendo disfrutado con Tami de esta salida privada, familiar y apta para todo público.

Ya más cercano al finde, veremos qué otra clase de regalito puedo llegar a recibir…

viernes, 15 de abril de 2011

227. 10 en 8

Ayer fue el cumpleaños de Cris.
Obviamente que me acordé, pero lo que no pude fue ocuparme del regalo por razones conocidas.
De todas maneras tengo muy en claro que Cris es una de las personas a la que más me cuesta encontrarle el regalo adecuado.
Puedo asegurar que solamente la pegamos la vez que, entre todos, le obsequiamos el viaje a Brasil y su estadía.
Claro que ese regalo nos incluía y lo festejamos allá como corresponde, jejeje…

La cuestión es que pasé a buscar a Sebas para ir juntos a lo del cumpleañeros y, mientras íbamos para allá me dijo:
–Cuando le demos el regalo a Cris, se muere e la emoción.
–¿Más que con aquel viajecito? –pregunté desconfiado.
–Lo elegimos con Pablo –me aclaró–, y la verdad es que es una locura.
–¿De qué se trata? –quise saber con la curiosidad a flor de piel.
–De un “10 en 8” –me contestó con una risa entre pícara y cómplice.
–¿”10 en 8”? Seguro es algo sexual, no?
–Depende de él –me dijo Sebas con tono enigmático.

Cuando llegamos a lo de Cris, alcancé a ver los ojos desorbitados de Pablo queriendo ya entregar el regalo en nombre de todos.
Después de los saludos y de servirnos unas copas de buen vino, fue el propio Pablito quien empezó el discurso, entre risas y gestos exagerados, sobre el significado de la amistad y el regalo apropiado.
Hasta que finalmente, le entregó en nombre de todos nosotros, una tarjeta para asistir al “10 en 8”, también conocido como el “Speed Dating”.
–Gracias –dijo Cris y enseguida preguntó–, pero ¿qué es esto?
Obviamente la mayoría quisimos saber más sobre el lugar al que Cris ya había aceptado asistir ciegamente, y todos frente al monitor más cercano, nos pusimos a leer y a informarnos sobre el lugar en cuestión.

Y fue ahí donde nos encontramos con la explicación exacta, y que según parece es una organización que te garantiza, por medio de un estudio realizado previamente y después de que el interesado, en este caso Cris, entregue algunos datos personales, la oportunidad de tener 10 citas de 8 minutos de duración cada una.

–Che, y estas citas tan veloces… ¿no pueden hacer que te conviertas en un eyaculador precoz? –le pregunté divertido a Cris, a lo que este me respondió con su inocente honestidad brutal:
–A esta altura, y después de tanto tiempo… ¿qué carajos me importa?