martes, 16 de junio de 2009

114. cartas marcadas

El fin de semana tomé la firma decisión de realizar un poco de limpieza en lo que hasta el viernes era la cara oculta del depto. La determinación la tomé porque, simplemente, era el único ser que habita el lugar y que tiene la propiedad de tomar esta clase de decisiones.
Pero además estaba buscando algo que sabía que se encontraba en algún impreciso lugar, pero después de un buen rato de búsqueda inútil llegué a la conclusión de que si no ponía un poco de orden, el caos terminaría desbordándolo todo, acá y en otros lugares.
Me puse ropa cómoda y comencé con la faena…

Mientras revisaba y ordenaba la parte de arriba del placard encontré un cofre grande, azul, artesanal, y cerrado con un candado mediano y sin indicación del lugar exacto de su llave mágica.
En un momento de iluminación recordé que en el llavero que uso todos los días hay una llave muy pequeña que está ahí junto a las demás. Como no me molestaba y me caía simpática, nunca me preocupé por averiguar a dónde pertenecía, pero ahora me pareció descubrir el secreto de su existencia. Fui en su búsqueda y al regresar comprobé con cierta felicidad que pertenecía sin duda alguna al candado oxidado. Costó un poco el giro, pero con una suficiente dosis de paciencia y fuerza pude levantar la tapa que cubría quién sabe qué cosas del mundo exterior.

Me sumergí en su interior y encontré un libro de Alfonsina Storni con una extraña dedicatoria hacia mi persona. También una bolsa llena de bolitas ganadas seguramente en alguna antigua competencia en un patio de escuela primaria.
Pero lo más importante es que, entre otros varios objetos diversos, encontré una pequeña caja rectangular de madera que al hallarla me provocó un cosquilleo interior difícil de describir. La saqué con cuidado y la puse sobre la mesa.
Después de soplar para sacar el polvo que, pese al encierro, tenía sobre sí, la abrí y me encontré con un tesoro incalculable. En su interior se encontraban ordenadas sin orden alguno un montón de sobres con sus respectivas cartas. Los remitentes ya me emocionaron. Había cartas de mamá (realizando sin querer un pequeñito homenaje a mi querido Julio), cartas de papá desde aquellas lejanas y áridas tierras, cartas de antiguas novias que cada tanto me visitan en forma de recuerdos, cartas de amigos aprovechando las fiestas de fin de año para contarme algo de sus vidas.
Encontré también algunas cartas de mis abuelos diciéndome que esperaban mi visita para el próximo verano ya pasado.
También había cartas que mandé pero que regresaron a mis manos por problemas ajenos a la empresa.

La verdad es que fue muy emocionante leer y releer frases y oraciones como: "...pero pese a las distancias existentes, nuestros corazones siguen juntos.", escrita en esa letra que heredé de papá.
O mi vieja recordándome con humor que "...como siempre decís, madre hay una sola y justo te vino a tocar a vos. Pero así será hasta que se demuestre lo contrario...".
Ahora, a la distancia, me dio risa la parte en que Verónica me escribe que "...estaremos juntos durante toda la eternidad.", evidentemente escrito sin saber que la eternidad llegaba a su fin justo una semana después.
Y Sergio que desde su cubana visita me aseguraba que "...no deja de ser paradójico que acá existan mejores aires que en Buenos Aires...".

Así me pasé el fin de semana, por momentos riendo, en otras ocasiones dejando que se caigan algunas lágrimas emocionadas, a veces recordando lo peligroso de algunos recuerdos olvidados, y otras reflexionando sobre las causas y razones de ciertas palabras escritas.

La verdad es que el tiempo que duraron las diferentes lecturas en forma de cartas fue tan intenso que cuando quise despertar de ese maravilloso viaje por el camino de la memoria, ya era martes y quedaba por delante toda una semanita de trabajo.

Por suerte, el feriado logra que falte menos para el fin de semana y así me iré preparando con cuadernos en blanco y varias lapiceras con las cuales escribiré las nuevas cartas que el correo se encargará de distribuir a las personas que quiero, que amo, que extraño.

11 comentarios:

Pulgamamá dijo...

Encontrar esas cartas siempre es emocionante.
Abrazos!

Conta Dora dijo...

Ya van a surgir historias interesantes de esas cartas, quiero suponer!!!

Besos!

Ana dijo...

¡Qué bonito encontrar esos recuerdos tam emocionantes! ^^ Ahora con el ordenador y el móvil es más difícil que pase algo así :S
Un besito.

Cris dijo...

Ahhh si es tan hermoso releer pasajes de tu vida.
Cuando era chica encontré cartas de amor de mis padres, que vivian un noviazgo separado pues mi vieja trabajaba en el interior... y eran tan supertiernas, adoré a mi viejo y sus palabras de amor:
Las cartas iban dirigidas a "Mi Pila" y antes de su nombre al final ponía siempre "Te quiero pila" jaja.
Besito

Luna dijo...

Esos viajes al pasado desempolvan más que palabras escritas.

Besos

Yo NO SOY Cindy Crawford!! dijo...

No sé si me extrañas, mucho menos si me amás...
pero...
me mandás una carta??
:)

Lud dijo...

me acordé q hace poquito me encontré una bolita de vidrio en la calle y no se donde la puse...q lindo cuando la encuentre!!!
(nos pusimos melanco)

Madie dijo...

Amo esos espacios para recordar. Son de lo mejor que hay. Transportarse, encontrar otras versiones de uno mismo, en otros tiempos.
Me encanta!!!

Unmasked (sin caretas) dijo...

Gaston,

Me encanta como escribis, de verdad. Es claro, sin palabras complicadas, pero mucha claridad, puedo ver la caja.

Felicitaciones por el talento

UN saludo

Petra


Pd que las cartas siempre inmortalizan los momentos,las personas...saludos

Paula dijo...

Me faltaba este post.
Estuviste entretenido, qué placer encontrar viejos escritos de gente querida.
Hay veces que necesito leer cosas de mis seres queridos o ver fotos viejas, para sentirlos cerca, o para recordar que los que están, siempre estuvieron.
Besotes!!!

Tres dijo...

qué re lidno recibir una carta en estos tiempos.

de lo de vero, en poca distancia, a veces ya hasta a mí me causa gracias ver cómo me dijeron y cómo han corrido de aquí.

un beso.