lunes, 2 de febrero de 2009

29. civilización

Antes de irme para el trabajo, me llama poderosamente la atención un sobre que me pasaron por debajo de la puerta.
A simple vista no se trataba de ninguna cuenta para pagar (¡aleluya!), y como tenía algo escrito a mano, enseguida pensé en alguna amenaza anónima de algún novio celoso.
Abro el sobre y me encuentro con una carta de mi vieja, preguntándome, entre otras cosas, qué posibilidad había de que vaya a visitarla este fin de semana, junto a Ana y a Tami

Mi vieja vive en el campo. No en un campo, sino en el campo.
Una casa, un par de árboles, un aljibe, una tranquera, una cerca rodeándola como corresponde, y algunos animalitos pululando por ahí.
Harta de casi todo, después de separarse de mi viejo, decidió dejar sin pena ni gloria la ciudad y se mudó al mismísimo pueblo en el que nació, y que hoy cuenta con una población de, más o menos, 60 habitantes.
El tema es que mi papá, harto también de casi todo, después de separarse de mi vieja, decide dejar la enorme ciudad para mudarse a una ciudad más pequeña. Una de esas ciudades (o pueblos, según el cálculo de cada uno) en que se estornuda y al otro día todos saben que uno se ha resfriado por dormir destapado.

Sin embargo, tanto el petit pueblo donde vive mi mamá, o la pequeña ciudad donde vive mi papá, está poblada de esas personas que te saludan sin conocerte, que te regalan una sonrisa sin ninguna razón aparente.
Dos lugares donde las bicicletas se dejan en las veredas sin candados, los autos con las llaves puestas, las alarmas no existen, ni tampoco las trabas ni las rejas.
Pero tienen también sus diferencias, ya que mientras mi viejo puede mandarme un mail, en lo de mi vieja hay que sacar agua del pozo y alumbrarse con unas lámparas de kerosén.

Y allá andan los dos, con sus nuevas vidas, alejados de toda contaminación, siendo felices a su modo, con la tranquilidad de que sus hijos y su adorada nieta andan bien y que ante cualquier percance ellos estarán para lo que necesitemos.
Pero siempre dejando bien en claro que tanto cuando nací yo como mi hermana, el doctor cortó bien cortado el cordón umbilical, cosa que le seguiremos agradeciendo por siempre.

Por último quisiera aportar un dato importantísimo a tener en cuenta en toda esta historia, y es que el pueblo de mi vieja y la ciudad de mi viejo se encuentran a una distancia, uno del otro, de escasos 15 km.
Así es que el tema de la separación, no sé hasta que punto…


Pero bueno, tengo esta carta de mi vieja pidiéndome que vaya con mi hermana y mi sobrina a verla, y de pronto temo que haya podido pasar algo no bueno.
La llamo a Ana para contarle y ver si ella puede llegar a saber algo.
—No pasa nada, tonto —me dice mi querida hermanita—. Lo que pasa es que el viernes es su cumpleaños y simplemente debe querer que la pasemos con ella.
Siendo así, no sólo me quedo tranquilo, sino que me encargo de ir a Retiro a sacar los pasajes.
Y mientras camino voy recordando las noches de fogones y asado, las guitarreadas nocturnas bajo un millón de estrellas, las salidas a pescar con mi viejo, la estancia donde viven las mellizas Reinoso con las que alguna vez hubo alguna confusión adrede…

Quién sabe…
Quizás unos días en medio del campo no sea tan malo después de todo.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que su nombre influye en mis ganas de seguirlo...

Ja jaaa al parecer los nombres forman identidad, aunque sea uno ficticio...

El aire, es lo mejor de el campo... Huele a... LIMPIOooo. Tanto que a los pulmones les cuesta acostumbrarse.

Terapia de piso dijo...

Una pausa para ti.
Disfruta la pausa y a los tuyos.

Un abrazo.

José Roberto Coppola

Cecilia dijo...

El campo es maravilloso!! No sabés las ganas que tengo de ir. Tengo recuerdos de la infancia muy gratos.

Además, siempre soñé con ser Laura Ingalls con mi Almanzo Wilder.

De mis recuerdos, el pueblo Maria Ignacia.

(prendí la compu para leerte, porque trabajé hasta tarde... así que tomá nota).

Besos totales!

Lilya Nuratis dijo...

algo le paso a mi fin de semana... no tengo idea que fue.. pero estoy segurisima de que algo paranormal sucedio.. porque me habia perdido los dos relatos anteriores!!!!

Ahora si, ya al dia... le digo: si se va al campo Sr.. Lilya aullara por usted (quizas envidiandolo sanamente) jeje

Y he notado la sutil curva por la que estan doblando sus pensamientos ultimamente....

el campo, el aire! le haran bien... jajaja

Besos, lluviosos!!
Lilya

diario dijo...

¡Me tocaste la fibra! SOY de un pueblo de 2500 habitantes, crecí rodeado de bicis dejadas en la vereda, puertas abiertas y coches sin alarma; mis veranos los pasaba en una Laguna 40 km de mi pueblito, bañandome, gastandome la piel con el sol y respirando el aire más puro que jamás he respirado...es mi paraíso de silencio (ya lo verás nombrado en unos días en mi blog).

El aire del campo no se compara al de las Junglas de Cemento... y siempre hace muy bien eso de tomarse unos días de todo y de todos. Mirar la noche sin smog y ver hasta la más mínima de las estrellas, pisar por las mañanas el rocío sobre pasto natural y no esa imitación sintética y cuasiperfecta...

Si si, me llegaste a las raices Gastón, gracias x eso... y me hiciste recordar que tuve un verano en mi querida Laguna, unos cuantos días en mi pueblo (ahora volví por cuestiones odontológicas) y eso me ha dado siempre la posibilidad de escuchar el silencio del lugar, para lograr escuchar lo que mi interior quiere secretearme al oído... para seguir siendo ese pibe de pueblo, y no un bicho de ciudad altamente comerciable.

Salute... te dí que leer... jeje, espero te pongas al día porque se vienen días de muchas palabras por escribir.


Abrazo de muchacho de campo.

...flor deshilvanada dijo...

Me fascina el campo, y me encantó esta historia que nos contás, eso de dejar la bici en la vereda me recordó a cuando era chica y mi ciudad era segura, la pintaste tal cual, sin rejas ni llaves en las casa... hoy todo ha cambiado y tenemos rejas hasta en baño :(

Que pases lindo con tu mamá en el campo y ojito con las mellis ehh!

Besitos.

Gemma dijo...

Qué lindo Gastón! Que seas feliz!
Tu vieja debe ser una genia y nos llevaríamos muy bien, jajajaj!
Ahora en serio, la que cortó el cordón fue ella, no el doctor. Cuando un padre quiere bien a un hijo, cierra los ojos y lo corta. Besos y que disfrutes en el campo. (che, no estarás cerca de Pueblin?)

Juan Ignacio dijo...

No te acordabas del cumpleaños de tu vieja??? jajaja


Lo mejor de los pueblos son las estaciones de tren... te conte que un dia robé una?? ufff, que dias...

Cecilia dijo...

Me olvidé de decir que deseo lo pases genial y deseale un feliz cumpleaños a mi suegraaaaaaaaaaa!!!

Viste cuando vas por la calle y alguien le grita a tu mamá suegra (nos pasa a las chicas más que a los hombres, eso ¿no? que le gritan a nuestras madres el famoso "suegraaaaaaaa")
Imaginemos por un segundo que vas con tu mamá y yo soy una persona que se anima a hacer esas cosas y le digo "suegraaaaaaaaaaa""

(con todo cariño, Gastón, eh?)
Jajajajaja!

Besos.

Gastón dijo...

Puta dsgraciada: Me podés seguir por lo que vos quieras. Verás que lo más probable es que me deje alcanzar, jajajaja.
Ya veremos cómo regreso entre los aires limpios y mi Buenos Aires querido.
Besos con identidad
PD: mi nombre es Gastón

Terapia de piso: Es una pausa... Podría ser un stop.
La cosa es siempre el play.
Abrazo grabado

Cecilia: Tomo nota entre tantas escrituras y cariños cibernéticos.
Bueno, y qué decirte lo mucho que me gustaba (y enamoraba en cada episodio) Laura Ingalls.
Besos en la granja

Lylia: Espero no asustarme con sus aullidos nocturnos (no lo creo)
Y sobre las curvas que voy tomando... Lo importante es no hacerlo a mucha velocidad.
Besssoooouuuuuuuuusss

Juan: Aquellos años de infancia en lugares así, no se olvidan por más autopistas y humanidades que pasen por encima nuestro.
Abrazo de pueblo a pueblo

Evan: Sí, el problema es cuando se está apurado y no se encuentra la llave del candado del baño, jajajaja
La verdad es que es una locura que se nos haya vuelto tan normal que nosotros vivamos entre rejas y los otros... tan sueltos.
Besos libres

Gemma: Las madres siempre son buenas según a la distancia que se encuentre de cada uno, jajajaja.
No sé quién cortó el cordón, pero está altamente demostrado que cortado está.
Y sobre Pueblín... ¿dónde queda?
Besos lejos de la mirada de la vieja

Juan Ignacio: No recuerdo ningún cumpleaños, pero también sucede que me pierdo entre los días que estoy.
Che, disculpame, pero... me resulta imposible de creer que te hayas afanado una estación de tren.
¿Dónde la metiste?
Abrazo robado

Cecilia: Le daré el mensaje...
Y después veré cómo se lo explico, jajajaja.
Besos comprometidos

Gucho dijo...

El campo tiene su encanto. Aunque a veces resulta algo difícil desprenderse de la ciudad.



http://gymbrainstorming.blogspot.com/

Ana dijo...

¡Qué bien sienta ir al pueblo de vacaciones! :D:D Yo estoy disfrutando de unas mini-vacaciones y estoy encantadaaa jeje
Pásalo bien.
Un besito.

Gastón dijo...

Gucho: No descreo de su encanto. Voy abierto a su hipnotismo verde.
Abrazo y gracias por pasar

Ana: Más encantadas deben estar esas mini-vacaciones de pasarlas junto a vos.
Sip, espero disfrutar mis días campestres.
Besos llenos de aire puro