miércoles, 7 de enero de 2009

07. día de miércoles

Despertar en un lugar ajeno tiene sus (re)conocidas complicaciones, como la de querer salir por la puerta del placard… y encima que este se encuentre ya ocupado.
Sin embargo, este tipo de “reuniones festivas” en lo de Sebas, no es algo raro.

Con él nos conocemos desde siempre y después de más de una década perdida, por esos azares y trampas con que juega al pócker el destino, nos (re)encontramos cuando me fui a vivir, sin saberlo, al mismo edificio en el que él ya estaba instalado desde tiempo atrás, y así logramos ponernos al día y sus noches con nuestras vidas.

Por esta simple historia es que no confundí la puerta de salida, pero sí llegué (bastante) tarde a mi obligación laboral.
Unos simples y urgentes llamados a tiempo solucionaron el posible conflicto, aunque me vi forzado a concertar un par de entrevistas en horas de la tarde... y hasta muy tarde.

Cuando, por fin, salí de la editorial, el cielo comenzaba ya a mutar sus colores hacia la oscuridad.
Al llegar a casa, casi sin distracción alguna, apagué y arrojé el celular lejos de mi persona, puse algo de Norah Jones para que me musicalice de fondo el ambiente, saqué un vino dulce de la heladera y lo puse en el interior de una copa. Apagué las luces interiores, salí al balcón y me acomodé en la mesita que tengo ahí afuera para degustar el buen vino mientras observo desde lo alto la ciudad y sus luces.


Siempre que me siento algo aturdido por las razones (y pasiones) que sean, salgo al balcón y me siento en la mesita que tengo dispuesta para la precisa ocasión.
Desde esta altura de siete pisos, al no distinguir los diversos rostros sin sombras, al no escuchar las voces que no dicen nada, al no rozar los cuerpos de las personas indiferentes que siguen sus caminos sin medir sus pasos, me siento como si estuviese a salvo de todo y de todos.
Un pequeño recreo parea descansar y respirar...
Una estación de tren en la que estiro las piernas mientras aguardo la llegada del próximo tren que me llevará quién sabe hacia qué paisaje.

Algunas veces tengo esta necesidad de dejarme acompañar por un poco de soledad. Y sin más testigos que mi alma que anda volando por ahí, hacerme las preguntas que sólo yo podría llegar a responder con (in)cierta precisión y sincera elegancia...

Salvo que lo dejaré para otra ocasión porque los extraños aires de mi Buenos Aires querido me traen tu presencia y comienzo a extrañarte sin poder explicármelo y, lo que es quizás peor, sin querer detenerlo.

6 comentarios:

Juan Ignacio dijo...

Sé quien sos; suerte que volviste. "Veo" que alguien se fue. Yo, lamentablemente, tengo vedado hablar de ciertos temas.

Venga un abrazo.

Yo.

Mucha dijo...

Placer volver a leerte Volver a estar todos juntos como al principio cuando nuestras vidas eran diferentes Yo recien comenzaba y vos bueno siempre fuiste escritor y no se quien descubrió a quien ...y éramos unos pocos los que andabamos volando con las letras. Y por cuestiones del destino nos fuimos separando para volver con mas fuerza por lo menos yo...
Te doy la bienvenida aunque pronto me ire a otro blog uno mas periodistico y bueno siempre los seguire a todos leyendo ya que las locuras que hay dentro mio no cambiarán solo el formato del blog
besos

Gemma dijo...

Ahhhh! Que sensacióm extraña...un poco dulce, un poco amarga...

Me diste ganas de tomar un vino y fui por un blanco que tenía guardado...sólo que yo salí al parque y vl las sombras de los árboles y algunas estrellas.

Te acompaño en el sentimiento.

Gemma dijo...

Que lindo canta Norah!

Anónimo dijo...

La soledad es buena cuando realmente la necesitamos y anhelamos. Sentirse inmerso en ese universo, donde sólo tú eres el protagonista de la historia que quieras vivir y contar, para disfrutarla a placer y sin interrupciones molestas.

La soledad es buena companía para este menester. Buscada, es inmensamente perfecta. Lo malo es cuando la encontramos, y nadie llamó a su puerta; es entonces cuando comenzamos a echar de menos...

Besos tiernos y dulces. Un placer tu visita a mi espacio.


** MARÍA **

Gastón dijo...

Juan Ignacio: Antes que nada, un placer reencontrarte y saber que no hay problemas de identidad, jajajaja.
Acá no hay nada vedado, de vedad.
Te mando un abrazo de vuelta, de regreso, postergado, sincero.

Mucha: Querida, sí, hay algunos reencuentros que valen la pena vivir, sin embargo yo siento que sigo estando desde siempre, al igual que algunos de ustedes (más allá de las modificaciones en la firma).
Besos nuevos

Gemma: Por suerte siempre hay un buen vino blanco pronto a destapar para pasar el momento de la mejor manera.
Y gracias por tu compañía, Gemma!

Gemma: Sip, sobre todo en noches como estas.

María: La soledad es así, sobre todo cuando se empeña en acompañarnos. Igual no reniego de ella, sólo cuando se queda más tiempo del deseado.
Besos para vos