jueves, 1 de enero de 2009

00. contratapa

¡Mierda! ¿Hoy tengo que empezar con este ejercicio literario, con este trabajo obligado, con esta ayuda por escrito, con esta promesa imposible?
Lo único que tengo para decir en mi defensa es que no se deberían tomar como serias las promesas festivas realizadas por un estado anímico sin timón navegando a la deriva entre olas de gran contenido alcohólico. Sin embargo, supongo que puede resultar maléfico quebrar una promesa a pocas horas de un año recién estrenado. Lo único que hice fue mirar a un cielo curiosamente estrellado desde la terraza del edificio, levantar mi vaso lleno por la mitad, y preguntarme qué pasaría si dejara atesorado por escrito las situaciones con las que me voy tropezando y otras que me acompañan sin permisos, para convertirse en fiel testimonio de una vida y precisa ayuda de mi memoria descuidada.
Y en ese preciso momento en que el cielo fue partido por una estrella fugaz (o alguna cañita voladora vecina), mi amigo Pablo, testigo directo de mi pensamiento en voz alta, me dijo que sería una muy buena idea realizar esa especie de autobiografía, ya que así sólo me faltaría la plantación de algún árbol y la llegada de algún hijo para poder morir tranquilo. Lo curioso es que por la mañana, entre tostadas quemadas y un mate horrible, Fernanda me dijo que era hora (remarcando la hora en todas sus derivaciones temporales) que comience a hacer algo por mi cuenta ya que tanto me gustaba la escritura, aunque no creo que haya entendido bien mi idea nocturna de escritura diaria y salvaje. Más curioso todavía fue que Lorenzo, mi jefe de la editorial, me llamó al mediodía para decirme que quería encargarme un trabajo para la firma pero también (aunque esto no lo dijo de esta manera) para sacar a relucir lo que hace tiempo no estoy escribiendo. Para completar la constelación cósmica apuntando sobre mí, un mensaje de mi terapeuta que tuvo que abandonarme (casi) de improviso por un viaje de unos meses al viejo continente y me pedía que en su ausencia realice una escritura diaria sobre lo que me ocurra y lo que se me ocurra. A su regreso, que calculaba para abril, retomaríamos las sesiones y tendríamos mis memorias para releer y analizar.

Entones mi deseo sin medir, el consejo amigo, la indirecta femenina con dirección, la obligación laboral, y la ayuda terapéutica, en una especie de complot literario, determinaron parte de mi ocupación-obligación diaria para los próximos 365 días. Y casi sin darme cuenta, en un santiamén el año bisiesto llegó a su fin y el inicio de este nuevo año impar me encuentra totalmente desnudo de palabras, junto a la hoja electrónica en blanco, para comenzar a darle al teclado y dejar asentado los últimos acontecimientos de una vida que, se supone, no es muy diferente a cualquier otra, aunque por momentos mi ombligo me obligue a centrar allí mi atención.

4 comentarios:

Cecilia dijo...

Ah, ahora voy a entender todo!! Y ya se quien es Lucía.
:)

Sigo leyendo!

Gastón dijo...

Siempre es lo más aconsejable, comenzar a leer siempre desde el principio...
(a no ser que estés leyendo Rayuela, de Cortázar, o algún libro de "Elige tu propia aventura")

De todas maneras yo sigo sin saber a fondo quién es Lucía... y muchas otras personas más.

Besos iniciales

el_iluso_careta dijo...

a ver...vamos a empezar a leerte...

Guadyx dijo...

Llegue al principio... aunque por lo que veo, he llegado mas al final que al principio... me recuerda el formato de otro blog que segui hace un tiempo... Veremos como sigue. Un abrazo